La Carta del Gran Árbol
Era un día soleado en la escuela del barrio, y los niños estaban sentados en sus pupitres, cuando de repente, un suave golpe se oyó en la ventana. La maestra, la señorita Laura, se acercó curiosa y abrió la ventana. Un pequeño pájaro colorido entró volando, y en su pico traía un sobre que brillaba con destellos dorados.
- ¡Miren, miren! ¡Un mensaje! - gritó Martín, alzando la mano para tocar el sobre.
La señorita Laura lo tomó entre sus manos y lo abrió cuidadosamente. El papel era suave como el viento, y las palabras parecían danzar.
- «Queridos niños, soy el Gran Árbol del Bosque de la Igualdad. Les escribo porque algunos habitantes especiales de mi bosque necesitan su ayuda. Quisiera invitarlos a unirse a esta maravillosa aventura para crear un espacio donde todos se sientan iguales. Con cariño, el Gran Árbol.» - leyó la maestra con voz melodiosa.
- ¿Qué les parece? - preguntó la señorita Laura, sonriendo. - ¿Queremos ayudar al Gran Árbol?
Un coro de ‘Sí! ’ resonó en el aula.
De repente, un brillo envolvió el aula y los niños sintieron que el suelo se movía bajo sus pies. En un parpadeo, estaban en el Bosque de la Igualdad, rodeados de árboles que hablaban entre sí y flores que reían.
- ¡Bienvenidos! - exclamó una ardilla pintoresca llamada Lila, que se acercó brincando. - ¡Estamos tan contentos de tenerlos aquí! ¡Necesitamos su ayuda!
- ¿Qué podemos hacer? - preguntó Ana, emocionada.
- Todos somos diferentes - siguió Lila, - y aunque somos distintos, queremos construir un lugar donde cada uno pueda sentirse incluido. La tortuga Tato, el conejo Rufi y yo, estamos trabajando en una casa de juegos y necesitamos muchas manos.
Los niños se miraron unos a otros, emocionados. Al instante, comenzaron a planificar. Decidieron que el espacio de juegos tendría columpios, toboganes y un área de lectura.
Días pasaron mientras trabajaban juntos. Sin embargo, comenzó a surgir un problema. La tortuga Tato quería un rincón con agua, pero Rufi, el conejo, pensaba que un túnel sería más divertido.
- ¿Por qué no podemos tener ambas cosas? - sugirió Martín, tratando de mediar.
- Eso es imposible - murmuró Rufi, bajando sus orejas. - No habrá espacio.
- Pero... - interrumpió Ana, - si lo hacemos con un diseño creativo, podríamos colocar el túnel en el lado de la casa y el rincón de agua en el otro. ¡Podemos encontrar una manera!
Los animales miraron a los niños, sorprendidos por la idea.
- ¡Exacto! - dijo Lila con entusiasmo. - Si unimos nuestras ideas, podremos hacer un lugar que celebre nuestras diferencias.
Los niños, junto con los animales, se pusieron a trabajar juntos nuevamente. Pintaron murales que representaban la diversidad de sus comunidades, decoraron el lugar con flores de todos los colores y formaron un espacio que invitaba a todos a participar.
Cuando terminaron, miraron orgullosos su creación. Los habitantes del bosque, uno a uno, comenzaron a llegar.
- ¡Qué hermoso es este lugar! - gritó Tato. - Aquí todos pueden sentirse como en casa.
- Y lo hicimos todos juntos, ¡como un gran equipo! - celebró Rufi, saltando de alegría.
En ese momento, el Gran Árbol habló con su voz llena de sabiduría.
- Gracias, queridos niños. Ustedes han demostrado que todos, sin importar las diferencias, pueden aportar algo valioso. En la diversidad hay magia, y en la colaboración, hay fuerza.
Los niños se miraron unos a otros, sonriendo felices. Habían aprendido algo muy importante: que cada uno era especial, y en la unión de diferentes ideas, se construían lugares donde todos podían sentir que eran iguales.
- ¿Qué pasará ahora con el bosque? - preguntó Martín emocionado.
- Este espacio es solo el comienzo - respondió el Gran Árbol. - Con su amor y amistad, el bosque siempre florecerá. Ahora, ¡vuelvan a su hogar y recuerden traer esta idea con ustedes!
Y así, con corazones llenos de alegría y un aprendizaje que siempre llevarían, los niños regresaron a su aula, deseosos de compartir su aventura con todos. La magia de la igualdad y la inclusión los acompañaría siempre, porque en su esencia, todos eran parte de un mismo gran bosque.
FIN.