La Carta del Niño de Melo



Era el año 1798 en la villa colonial de Melo, un lugar donde las casas de adobe eran el hogar de los sueños y las aventuras de muchos niños que crecían bajo el sol radiante. Entre ellos, un niño llamado Martín era conocido por su curiosidad insaciable. Martín pasaba sus días explorando los campos, cazando mariposas y soñando con un mundo que aún no había visto.

Un día, mientras jugaba cerca del río, encontró un viejo trozo de papel. Al acercarse, se dio cuenta de que no era cualquier papel: era un pergamino antiguo y encriptado. Con el corazón latiendo de emoción, decidió llevarlo a casa.

"Mamá, mirá lo que encontré!" - gritó Martín, mostrando el pergamino a su madre, quien lo miró con sorpresa.

"Es un papel muy viejo, hijo. Tal vez contenga un mensaje de otros tiempos" - respondió ella, intrigada.

Martín, decidido a descubrir su contenido, se sentó con su madre y comenzaron a desenredar las palabras dibujadas. Tras horas de trabajo, lograron descifrar lo que parecía ser un mensaje dirigido a los niños del futuro. Decía:

"¡Hola, pequeños soñadores! Soy Martín, un niño de la villa de Melo. Si alguna vez leen esto, les quiero contar sobre mis aventuras y mis sueños. Vivo en un mundo lleno de montañas, ríos y campos verdeantes. Mi corazón está lleno de esperanza y curiosidad. Yo quiero saber cómo es su vida, si todavía juegan en los campos y sueñan con grandes azañas!"

- “¿Cómo les podremos responder? ” - preguntó su madre, tratando de imaginar un hilo que conectara a su hijo con el futuro.

Martín cerró los ojos, pensando en cómo transformar sus palabras en algo que traspasara el tiempo. De repente, le dio una idea inesperada.

- “Podemos hacer una carta que hable de nuestras costumbres, sueños y esperanzas. ¡Y esconderla en un lugar que no se olvide! ” - exclamó emocionado.

Esa noche, Martín escribió su carta con mucha dedicación:

"Queridos niños del futuro: Les cuento que aquí caminamos descalzos por el barro y jugamos con piedras. Nos encanta contar historias alrededor de la fogata y soñar despiertos. Mi mayor deseo es que en su mundo haya paz, juegos y aventuras tan grandes como los sueños que forjamos aquí en Melo."

Con el apoyo de su madre, decidieron encontrar un lugar especial para guardar su carta. Días después, eligieron un viejo árbol que había sido testigo de muchas risas y juegos.

FIN.

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