La Carta Perdida de Sofía
Era una mañana soleada en el hogar de Sofía, una niña de cinco años con una gran sonrisa y una imaginación aún más grande. Con un lápiz y su cuaderno de dibujos, decidió que era el momento de escribirle a Papá Noel.
"Querido Papá Noel, quiero un oso de peluche grande y suave, por favor" - escribió emocionada Sofía, decorando la carta con dibujos de estrellas y copos de nieve. Al terminar, guardó la carta en un sobre rojo brillante que encontró en la mesa de su papá.
Después de un rato, mientras jugaba en su habitación, Sofía se dio cuenta de que había perdido su carta. Buscó por toda la casa, debajo de la cama, en el armario, incluso revisó la mochila de su mamá, pero no encontró su carta por ningún lado.
"¡Nooo! ¡Perdí mi carta!" - exclamó Sofía, comenzando a llorar.
Su mamá, al escucharla, entró rápidamente a la habitación.
"¿Qué pasa, mi amor?" - preguntó con preocupación.
"Perdí mi carta a Papá Noel y no le puedo pedir mi oso de peluche" - sollozó Sofía.
La mamá se agachó a su altura y le acarició la cabeza.
"No te preocupes, Sofía. Tal vez Papá Noel tiene una forma mágica de saber lo que deseas. A veces, las cosas suceden de maneras inesperadas" - intentó consolarla.
Esa noche, abrazando su almohada, Sofía decidió que aunque su carta estuviera perdida, aún tenía fe en que Papá Noel podría escucharla. Se quedó dormida pensando en su dulce oso de peluche y en cómo sería jugar con él.
Cuando llegó la mañana de Navidad, Sofía se despertó emocionada. Corrió hacia el árbol con su corazón latiendo a mil por hora. Allí, entre los regalos, vio una caja grande con un moño rojo que resplandecía como las luces del árbol.
"¡Mamá, mirá!" - gritó, mientras se lanzaba hacia el regalo.
Al abrir la caja, sus ojos se iluminaron con alegría al encontrar un enorme oso de peluche, mucho más grande de lo que había imaginado.
"¡Es el oso más hermoso del mundo!" - exclamó Sofía, abrazándolo con todas sus fuerzas.
Su mamá, sonriendo, se acercó y le preguntó:
"¿Ves? Te dije que Papá Noel sabía lo que querías. A veces, cuando realmente deseas algo con todo tu corazón, las cosas mágicas pueden suceder".
Sofía miró a su mamá con gratitud y emoción.
"¡Gracias, mamá!" - dijo mientras seguía abrazando a su nuevo amigo.
Ese día, mientras jugaba con su oso de peluche, Sofía comprendió que las cartas no siempre necesitan ser enviadas para que nuestros deseos lleguen a quienes más queremos. A veces, la fe y el amor son la mejor carta que podemos enviar. Y desde ese día, decidió que cada año, ilustrará una carta a Papá Noel, no solo para pedir regalos, sino también para agradecerle por la magia que existe alrededor de ella.
Así, en la ciudad de Sofía, la Navidad se volvió aún más especial, un momento para compartir amor y risas, siempre acompañada por su querido oso de peluche.
FIN.