La Casa Amiga


Había una vez una casa muy especial, no era como las demás. Esta casa tenía vida propia y podía moverse por sí sola.

Un día, mientras se movía por el campo, la casa se encontró con un aventurero llamado Tomás. "Hola casa, ¿cómo estás?"- preguntó Tomás curioso. "¡Muy bien! ¡Gracias por preguntar!"- respondió la casa con su voz dulce y amable.

Tomás quedó sorprendido al escuchar a la casa hablar pero rápidamente se recuperó y le preguntó:"¿Te gustaría ir de aventura conmigo?"La casa emocionada aceptó sin pensarlo dos veces. Juntos emprendieron un viaje lleno de diversión y descubrimientos increíbles.

Durante el camino, la casa ayudaba a Tomás a encontrar los mejores lugares para acampar y dormir bajo las estrellas. También lo protegía del mal tiempo cuando llovía o hacía mucho frío. Pero un día, mientras exploraban una montaña empinada, Tomás resbaló y cayó hacia abajo.

La casa se asustó mucho al verlo herido en el suelo pero no perdió la esperanza. Con todas sus fuerzas, comenzó a moverse para buscar ayuda hasta que finalmente encontraron un pequeño pueblo donde pudieron curar las heridas de Tomás.

Después de ese incidente, la relación entre la casa y Tomás se fortaleció aún más. Juntos aprendieron que siempre podían contar el uno con el otro en cualquier situación adversa.

Finalmente llegaron al final de su aventura juntos pero ambos sabían que nunca olvidarían todo lo que habían vivido juntos. La casa había aprendido que a pesar de ser diferente, siempre podía encontrar amigos verdaderos que la aceptarían tal como era.

Y Tomás, por su parte, descubrió que no importa cuán difícil sea el camino, siempre hay alguien dispuesto a ayudarte si estás dispuesto a pedir ayuda. La casa y Tomás se despidieron con un abrazo cálido y emocionado, sabiendo que habían encontrado lo más valioso en la vida: una amistad sincera y duradera.

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