La casa de chocolate mágica



Había una vez dos hermanos pequeños, Martina y Tomás, quienes eran pelirrojos y muy traviesos. Un día, mientras paseaban por el bosque encantado, se encontraron con una casa hecha completamente de chocolate.

¡No podían creerlo! La casa brillaba bajo el sol y desprendía un delicioso olor a cacao.

Martina, la mayor de los dos, dijo emocionada: "¡Tenemos que probar un pedacito de esta casa tan especial!"Tomás, siempre dispuesto a seguir las aventuras de su hermana, asintió con entusiasmo. Juntos se acercaron a la puerta de la casa y tocaron tímidamente. "¿Hola? ¿Hay alguien en casa?" -preguntó Martina. La puerta se abrió lentamente y apareció una hada madrina con alas brillantes y sonrisa radiante.

"¡Bienvenidos a mi humilde morada! Soy Elisa, la hada chocolatera. ¿Qué les trae por aquí?" -dijo Elisa con ternura. Los hermanos explicaron que estaban fascinados por la casa de chocolate y tenían curiosidad por saber más sobre ella.

Elisa les invitó a pasar y les contó que la magia del bosque había creado esa maravillosa casa para enseñarles una importante lección sobre el autocontrol y la gratitud.

Les advirtió que podían comer todo lo que quisieran pero debían recordar no excederse. Martina y Tomás comenzaron a probar trocitos de paredes, ventanas e incluso techo. El sabor era increíblemente delicioso; nunca habían probado nada igual.

Sin embargo, Martina recordó las palabras de Elisa sobre el autocontrol e intentó moderarse. "Tomás, recuerda lo que nos dijo Elisa. No podemos comer demasiado o perderemos la oportunidad de aprender la lección" -advirtió Martina mientras saboreaba un trozo pequeño de chocolate.

Pero Tomás estaba tan fascinado por el dulce sabor que no pudo resistirse y empezó a devorar grandes cantidades sin parar. De repente, algo inesperado ocurrió: la casa comenzó a temblar y sacudirse violentamente.

Martina entró en pánico al ver lo que estaba sucediendo mientras Tomás seguía comiendo sin control alguno. "¡Tomás! ¡Detente! ¡Estamos en peligro!" -gritaba Martina tratando de hacerle entrar en razón.

Fue entonces cuando Elisa intervino con voz firme: "Niños, han olvidado la importancia del autocontrol y ahora deben enfrentar las consecuencias. "La casa se detuvo temblando justo antes de desmoronarse por completo gracias a la intervención mágica del hada chocolatera. Los hermanos salieron corriendo asustados pero ilesos.

Una vez fuera de peligro, Martina abrazó fuertemente a Tomás diciendo: "Hermanito querido, aprendimos juntos una valiosa lección hoy.

"Tomás comprendió su error al ver el peligro al que los había expuesto su falta de autocontrol e hizo una promesa sincera ante su hermana:"Martina, prometo nunca más dejarme llevar por mis impulsos sin pensar en las consecuencias. "Ambos dieron las gracias a Elisa por enseñarles esa importante lección sobre autocontrol y gratitud.

Desde ese día en adelante, los hermanos pequeños aprendieron a disfrutar los placeres con moderación valorando cada experiencia como parte fundamental del aprendizaje en sus vidas llenas de aventuras en el bosque encantado.

FIN.

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