La Casa de Color Amarillo


Había una vez en un pequeño pueblo, una casa de color amarillo que se destacaba entre las demás por su brillo y alegría. En esa casa vivía una familia muy especial: la familia Fernández.

El señor y la señora Fernández siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás, y tenían tres hijos muy curiosos: Martín, Sofía y Lucas. Un día, la casa de color amarillo comenzó a perder su brillo, y la familia Fernández decidió hacer algo al respecto.

Juntos, pintaron la casa de un color aún más brillante y hermoso, llevando alegría a todo el vecindario. A medida que trabajaban en equipo, la familia aprendió la importancia de la unión, el esfuerzo y la perseverancia.

La casa de color amarillo se convirtió en un símbolo de esperanza y amor, y gracias a su esfuerzo, la familia Fernández logró inspirar a todos a su alrededor.

Desde entonces, la casa de color amarillo se mantuvo radiante, recordándoles a todos que, con trabajo en equipo y amor, se pueden superar cualquier desafío.

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