La Casa de Duendi
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y llenos de colores, había una casa muy especial, llamada la Casa de Duendi. Esta casa, pintada de un verde brillante y con ventanas redondas, era conocida por todos pero muy pocos se atrevían a entrar. La leyenda decía que dentro vivía un duende encantador que ayudaba a todos los que se acercaban a él, pero también a aquellos que no creían en su magia.
Una mañana luminosa, dos amigos, Sofía y Martín, decidieron aventurarse hacia la Casa de Duendi. Sofía, siempre valiente y curiosa, animó a Martín, que era un poco más temeroso.
"Vamo’ a ver qué hay dentro, seguro que es divertido" - dijo Sofía con una sonrisa.
"Pero... y si no hay nadie, o si el duende es malvado?" - respondió Martín, inseguro.
Sofía, con su espíritu aventurero, le tomó la mano.
"Tenemos que intentarlo, no podemos dejar que el miedo nos detenga".
Así, con el corazón lleno de emoción, llegaron a la puerta de la casa. Al abrirla, un ligero viento sopló y una risa melodiosa resonó en el aire. Dentro, encontraron un ambiente cálido decorado con luces brillantes y un sinfín de objetos curiosos. En el centro, un pequeño duende de cabello verde y ojos chispeantes los miraba.
"¡Hola! Bienvenidos a mi hogar. Soy Duendi, el guardián de los sueños" - dijo el duende moviendo su varita mágica.
Sofía y Martín intercambiaron miradas de asombro. Se olvidaron de sus temores y se acercaron al duende.
"¿Qué haces aquí?" - preguntó Martín, intrigado.
"Ayudo a los niños a encontrar sus sueños y a creer en la magia que tienen dentro!" - contestó Duendi mientras daba una vuelta.
Duendi les explicó que cada uno tenía un sueño muy especial, y que solo necesitaban creer en ellos para hacerlo realidad. Les presentó una serie de puentes mágicos que llevaban a diferentes aventuras: un puente de la risa, otro de la amistad y uno más de la valentía.
Sofía, emocionada, decidió probar el puente de la amistad. "Yo quiero ver qué pasa si compartimos un sueño juntos!" - dijo. Así que juntos se encaminaron, cada paso iluminado por chispas de colores.
Al cruzar el puente, encontraron un mundo lleno de niños que compartían y se ayudaban entre sí. Martin notó que cada vez que ayudaban a alguien, su propio sueño se hacía más brillante.
"¡Mirá, Sofía! Cada vez que hacemos algo bueno, ¡los sueños crecen!" - exclamó.
"¡Esto es increíble! La amistad hace que nuestras ilusiones sean más grandes" - respondió Sofía, sintiendo que su corazón se suavizaba.
Luego, se despidieron de ese lugar y decidieron cruzar el puente de la valentía. Allí, se encontraron con desafíos que debían superar, pero con la ayuda de Duendi y su magia, aprendieron que el verdadero valor estaba en enfrentar sus miedos.
"¡No puedo hacerlo!" - dijo Martín, dudando mientras miraba un gran muro.
"¡Sí podés! Solo tenés que intentarlo!" - lo alentó Sofía.
"¡Contá conmigo, amigo!" - agregó Duendi.
Martin respiró hondo y saltó. Sorprendentemente, logró escalar el muro, dejando atrás sus dudas.
"¡Lo hice! ¡Lo logramos!" - gritó mientras saltaba del otro lado.
"¡Sos un campeón, Martín!" - celebró Sofía.
Después de varias aventuras, Duendi les reunió en su casa nuevamente y les hizo una pregunta:
"¿Qué aprendieron?" - inquirió con una sonrisa.
Los amigos se miraron y respondieron juntos:
"¡Que juntos somos más fuertes y que si creemos en nuestros sueños, podemos alcanzarlos!"
Duendi sonrió y les otorgó un regalo especial: un espejo mágico que reflejaba no solo sus sueños, sino también su valor y amistad. Con ello, podían recordarse siempre que la magia de los sueños vive en su corazón y que, juntos, podrían afrontar cualquier desafío.
Sofía y Martín salieron de la Casa de Duendi, no solo con sueños más grandes, sino también con una amistad más fuerte. Desde ese día, cada vez que sentían miedo o duda, miraban en su espejo mágico y recordaban las lecciones que habían aprendido en la misteriosa casa. Así, todos en el pueblo comenzaron a creer un poco más en la magia y en la importancia de la amistad.
Y así, cada vez que alguien se acercaba a la Casa de Duendi, podía sentir la calidez de la amistad y la magia que siempre les rodeaba. La casa se convirtió en un lugar donde todos se reunían, compartían sus sueños y aprendían juntos sobre el poder de la amistad y el coraje.
Fin.
FIN.