La Casa de Jengibre y el Techo de Chocolate



Había una vez, en un colorido pueblo lleno de dulces, una hermosa casa de jengibre. Tenía paredes de galleta, ventanas de caramelo y un techo de chocolate brillante. Allí vivía la familia Dulce: Papá Chiclo, Mamá Mermelada y sus dos hijos, Lía y Max.

Cada mañana, la familia despertaba con el olor a galletas recién horneadas y el canto de los pájaros de chicle.

"¡Buenos días, familia! ¿Listos para un nuevo día lleno de aventuras?" - decía Papá Chiclo sonriente mientras preparaba su famoso té de menta.

"¡Sí!" - respondía Lía, emocionada, mientras se peinaba con una cinta de regaliz.

Un día, mientras jugaban en el jardín, de repente el sol salió más brillante que nunca. La familia Dulce se dio cuenta de que algo extraño sucedía.

"¿Por qué hace tanto calor hoy?" - preguntó Max, mirando al cielo.

Mamá Mermelada se acercó preocupada.

"¡Oh no! El sol está derritiendo el techo de chocolate de nuestra casa..." - exclamó.

En efecto, el calor derritió el dulce chocolate que cubría el techo, dejando a la casa de jengibre vulnerable. Los niños miraron asustados mientras el chocolate goteaba.

"¿Qué haremos sin techo?" - preguntó Lía con lágrimas en los ojos.

Papá Chiclo se agachó y les dijo:

"No se preocupen, mi amada familia. ¡Nuestros amigos vendrán a ayudarnos!" - sonriendo para tranquilizarlos.

Así, Papá Chiclo invitó a todos sus amigos del vecindario. Entre ellos estaban el Dr. Golosina, la señora Galleta y el cartero Bombón. Todos llegaron rápidamente, devastados pero listos para ayudar a la familia Dulce.

"¡Vamos, juntos podemos hacerlo!" - gritó la señora Galleta mientras sacaba su cartera llena de caramelos.

Dr. Golosina tuvo una idea brillante:

"¡Podemos hacer un techo aún mejor!" - propuso. "¡Con regaliz y chicles! ¡Resistirá el calor!"

Los amigos se pusieron a trabajar rápidamente. Levantaron paredes de galleta, colaron regaliz por el marco del techo y cubrieron todo con gomitas de colores. A medida que trabajaban, cantaban canciones alegres y compartían risas. Max y Lía también ayudaron, recolectando los ingredientes que necesitaban.

"¡Mirá cómo se transforma nuestra casa!" - dijo Max, entusiasmado al ver a sus amigos trabajando juntos.

Después de algunas horas, el nuevo techo quedó terminado. Era brillante y colorido, y, lo mejor de todo, ¡resistía el calor!"¡Bravo! ¡Estamos listos!" - aclamó Papá Chiclo mientras la familia se abrazaba. "Gracias a todos, somos muy afortunados de tener amigos tan geniales."

La familia Dulce invitó a todos a una gran fiesta para celebrar.

"¡Vamos a hacer galletas de jengibre y a cantar!" - sugirió Mamá Mermelada.

Y así, comenzaron a preparar deliciosas galletas mientras la casa de jengibre brillaba más que nunca. Bailaron, rieron y se divirtieron hasta que llegó la noche.

"Aprendimos que trabajando juntos, podemos superar cualquier cosa" - reflexionó Lía mientras miraba el hermoso cielo estrellado.

"Sí, la amistad y la unión son lo más importante" - dijo Max, sonriendo a sus amigos.

La familia Dulce vivió felices en su casa de jengibre, siempre recordando que, sin importar cuán dulce puede ser la vida, lo mejor siempre es compartirlo con quienes amas. Y así, el pueblo continuó lleno de amor, amistad y, por supuesto, ¡muchos dulces!

FIN.

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