La casa de Julián y la tormenta que la sacudió
En una hermosa casa pintada de colores vivos, vivía Julián con su familia. Era un hogar lleno de risas, aromas de comida casera y cuentos antes de dormir. Sin embargo, un día, una tormenta oscureció el cielo. Julián, su hermana Sofía y su mamá se reunieron en la sala al abrigo de la tormenta de preocupaciones que invadía sus corazones.
- Mamá, ¿por qué está tan oscuro afuera? - preguntó Julián, asomándose por la ventana.
- Es una tormenta, Julián. Pasará, solo necesitamos ser pacientes - respondió su madre, tratando de esconder su propia inquietud.
Los días pasaron y la tormenta no se iba. En la escuela, Julián recibía menos atención de su maestro. - Julián, ven, es tu turno de presentar el proyecto sobre animales de la selva - dijo el maestro, mientras él se sentía pequeño y olvidado.
Después de clases, Julián se encontró con Sofía. - ¿Viste cómo se quedó el maestro cuando fallé? , parece que no le importo - suspiró Julián.
- No digas eso, Julián. A veces, los adultos están tan ocupados que no ven todo lo que hacemos. ¡Vamos a practicar juntos! - sugirió Sofía con determinación.
Así, cada tarde, después de hacer las tareas, practicaban su presentación. Un día, mientras ensayaban, escucharon un fuerte golpe en la ventana.
- ¡Qué ruido fue ese! - exclamó Sofía.
- No sé, pero parece que hay algo afuera - respondió Julián mientras abría la ventana.
Con sorpresa, ambos vieron que un pequeño gato se había refugiado de la lluvia en su patio. - ¡Mirá, Sofía! ¡Un gatito! - gritó Julián emocionado.
- Tenemos que ayudarlo - dijo Sofía.
Julián y Sofía corrieron a buscar una caja, y envueltos en toallas, trajeron al pequeño gato adentro.
- Vamos a llamarlo Tormenta - sugirió Julián.
- ¡Me encanta! - respondió su hermana.
A partir de ese día, Tormenta se convirtió en la alegría de la casa, llenando los días grises de luz y risas. Cada noche, el gato se acurrucaba entre Julián y Sofía mientras su mamá les contaba historias.
La tormenta, curiosamente, también trajo algo bueno: la comunidad se unió más que nunca. La madre de Julián se unió a otros vecinos para organizar una cena a beneficio, y la familia de Julián decidió ayudar.
- Julián, ¿serás nuestro ayudante de cocina? - preguntó su madre sonriente.
- ¡Sí, quiero ayudar! - respondió Julián con entusiasmo, salpicando la harina por todos lados mientras reían juntos.
Esa noche, durante la cena, todos compartieron lo que habían preparado. La familia hizo amigos, y las risas resonaron en la hermosa casa de Julián como nunca antes.
Finalmente, la tormenta se disipó. - Miren, ¡un arcoíris! - exclamó Sofía mirando por la ventana, maravillosamente colorido.
- Significa que después de la lluvia siempre viene algo bonito - reflexionó Julián.
- Sí, Julián. Lo bueno de las tormentas es que también traen nuevas oportunidades - agregó su madre.
Desde ese día, Julián siempre recordaba que aunque la vida a veces es difícil, con paciencia y amor, se puede superar cualquier obstáculo. Y así fue como en su hermosa casa, Julián, Sofía y su madre aprendieron a enfrentar la tormenta con valentía, construyendo un hogar aún más fuerte y lleno de esperanza.
Y cada vez que miraban al cielo, recordaban que después de cada tormenta, siempre aparece un hermoso arcoíris.
FIN.