La casa de la amistad


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos llamados Lucas y Martina. Ambos eran muy diferentes: Lucas era extrovertido y aventurero, mientras que Martina era tímida e introvertida.

A pesar de sus diferencias, siempre se llevaban muy bien. Un día, Lucas y Martina decidieron construir una casa en un árbol juntos. Pasaron días buscando el árbol perfecto y recolectando materiales para su nueva morada.

Trabajaron arduamente para construirla, compartiendo ideas y respetando los deseos del otro. A medida que la casa tomaba forma, Lucas comenzó a tener ideas más audaces sobre cómo decorarla. Quería poner columpios, puentes colgantes y hasta una tirolesa.

Por otro lado, Martina prefería algo más sencillo y acogedor. Un día, mientras discutían sobre cómo decorar la casa en el árbol, Lucas dijo: "¡Martina! ¡Tenemos que agregar una piscina en el patio trasero! Será increíble saltar desde lo alto del árbol directo al agua".

Martina se sintió incómoda con esa idea porque tenía miedo a las alturas. Sin embargo, no quería herir los sentimientos de su amigo ni arruinar su entusiasmo por la idea.

Después de pensarlo un poco, decidió utilizar la comunicación asertiva para expresarse claramente sin ofender a Lucas: "-Lucas, me parece genial que quieras agregar tantas cosas emocionantes a nuestra casa en el árbol. Pero tengo que decirte algo importante...

Tengo mucho miedo a las alturas y no me sentiría cómoda saltando desde lo alto del árbol a una piscina. ¿Podríamos buscar otra alternativa que nos haga feliz a los dos?".

Lucas, sorprendido por la sinceridad de Martina, reflexionó sobre lo que había dicho y se dio cuenta de que su idea podía ser un poco egoísta. "-Tienes razón, Martina. No debería pensar solo en mis gustos y emociones. Nuestra casa en el árbol debe ser un lugar donde ambos nos sintamos seguros y felices.

Hagamos algo juntos que nos divierta sin causarte miedo". Juntos, Lucas y Martina llegaron a un acuerdo: construirían una hamaca gigante entre los árboles para disfrutar juntos de momentos relajantes.

También decidieron plantar flores alrededor de la casa para hacerla más hermosa y acogedora. Con el tiempo, Lucas aprendió la importancia de escuchar las necesidades y temores de los demás, mientras que Martina ganó confianza para expresarse abiertamente sin temor a ofender o lastimar a otros.

Su casa en el árbol se convirtió en un refugio especial donde ambos podían ser ellos mismos y disfrutar de su amistad sin importar sus diferencias.

Y así fue como Lucas y Martina demostraron cómo la comunicación asertiva puede fortalecer las relaciones, permitiendo que cada persona se sienta valorada y respetada en todo momento.

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