La Casa de la Bruja y los Conejos Valientes



Érase una vez, en un bosque espeso lleno de árboles altos y caminos enredados, una vieja casa embrujada que había estado vacía por muchos años. Los animales del bosque siempre murmuraban sobre lo extraño que era ese lugar. Algunos decían que estaba encantado, otros hablaban de una bruja que vivía allí.

Un soleado día, dos conejos llamados Lino y Lila decidieron aventurarse hacia la casa. Eran conejos muy curiosos y valientes. Junto a ellos estaba su amigo, un ratón llamado Toto, que era muy ingenioso y siempre tenía un plan. Y para que la aventura fuera aún más emocionante, llevaban con ellos a su amigo el gallo Pipo, quien siempre estaba dispuesto a cantar y a hacer ruido.

"Chicos, ¿no sienten un escalofrío?" - dijo Pipo mientras se acercaban a la casa.

"No seas miedoso, Pipo. Solo es una casa vieja. ¿Qué podría pasar?" - respondió Lila, moviendo su colita con entusiasmo.

Cuando llegaron a la puerta de la casa, encontraron una nota que decía: "Bienvenidos a mi morada. ¡Los conejos son bienvenidos!" La nota estaba firmada por la bruja Morfina. Lino hizo una mueca.

"No sé si eso es una buena señal, amigos. ¡A mí me parece que quiere cocinar algo!" - exclamó Lino.

"Tal vez solo quiera hacernos unos amigos. Justo como nosotros lo hacemos con otros animales en el bosque. ¡Entremos!" - sugirió Toto, guiando a sus amigos hacia la puerta.

Al entrar, la casa era polvorienta y oscura, pero había un olor a hierbas frescas y dulces en el aire. De repente, la bruja Morfina apareció. Era una viejita con una gran sonrisa y un sombrero puntiagudo.

"¡Ah, mis pequeños conejitos! He estado esperando su llegada. ¡Hacia mucho que quería hacer algo delicioso con ustedes!" - dijo la bruja, y Lino y Lila sintieron un escalofrío.

"Tal vez sea un pastel, ¿no?" - dijo Lila, intentando ser optimista.

"¡Oh, querido! No, no, no. Me encantan los conejos asados..." - respondió la bruja con un guiño juguetón.

El pánico invadió el corazón de los conejos.

"Tenemos que pensar en un plan rápido para escapar de aquí, Toto!" - susurró Lino.

Toto, que siempre tenía una idea, dijo:

"¡Yo tengo un plan! Vamos a distraer a la bruja. Pipo, ¡canta con todas tus fuerzas cuando yo cuente hasta tres!"

"Pero... ¿y si la bruja me atrapa?" - preguntó el gallo con un poco de miedo.

"¡Confiá en nosotros!" - dijo Lila, reforzando su determinación.

Toto comenzó a contar:

"¡Uno, dos, tres!"

Pipo comenzó a cantar lo más fuerte que pudo.

"¡Cocorocó! ¡Soy el gallo más valiente del bosque!"

La bruja, sorprendida por el hermoso canto, miraba a Pipo con admiración.

"¡Qué sorpresa! Nunca había escuchado un gallo tan hermoso. Eres un verdadero artista. ¡Ahora, ven aquí y canta más cerca!"

Aprovechando la distracción, Lino, Lila y Toto corrieron hacia la puerta. Pero antes de que pudieran salir, la bruja se dio cuenta.

"¡Espera! ¿No quieren probar mis famosas galletas de hierbas?"

Los conejos, tratando de ser valientes, se dieron la vuelta.

"¡Pero son para compartir!" - dijo Lila, recordando lo que les enseñó su madre sobre la amabilidad.

Entonces, Toto tuvo otra idea:

"Podemos hacer un trato, querida bruja. Si nos dejas ir, podrías enseñarnos a cocinar galletas de hierbas. ¡Podría ser divertido!"

La bruja, intrigada, lo pensó.

"Hmm, nunca he tenido compañía. Y me encantaría enseñarles a hacer galletas. Eso suena mejor que cocinar conejos asados."

Y así, los conejos, el ratón y el gallo pasaron la tarde aprendiendo a hacer galletas de hierbas. La bruja Morfina se volvió su amiga y despreciaba la idea de cocinar conejos.

"¡Gracias por enseñarme a ser amable!" - exclamó Lila.

Los cuatro se rieron, compartieron historias y, al final, disfrutaron de una tarde mágica en la vieja casa embrujada que ahora no parecía tan aterradora. Ahora, la casa era un lugar de amistad y diversión.

Desde ese día, la bruja Morfina nunca más cocinó conejos y, en su lugar, se dedicó a preparar deliciosas galletas de hierbas, siempre esperando la visita de sus amigos del bosque.

Y así, el bosque delicias y risas nunca faltaron, gracias a los valientes conejos, un ingenioso ratón y un gallo cantor.

Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!