La Casa de la Imaginación


Había una vez un niño llamado Pedro Pablo, que siempre tenía una gran imaginación. Un día, mientras caminaba por la calle, vio una hermosa casa abandonada.

Sin pensarlo dos veces, decidió entrar como si estuviera en su propia casa. Pedro Pablo se adentró en la casa y se sorprendió al ver que estaba llena de polvo y telarañas. Pero eso no le importó en lo más mínimo; él solo veía un mundo lleno de posibilidades y aventuras.

Mientras exploraba cada rincón de la casa, escuchó un ruido extraño proveniente del sótano. Curioso como era, decidió bajar las escaleras para investigar. Al llegar al sótano, encontró a un pequeño ratón atrapado en una vieja caja.

- ¡Oh no! ¿Estás bien? - exclamó Pedro Pablo preocupado. El ratón parecía asustado y triste. Pedro Pablo sabía que tenía que ayudarlo, así que buscó algo para liberarlo de la caja.

Encontró unas pinzas oxidadas y con mucho cuidado logró abrir la caja y dejar libre al ratoncito. - ¡Gracias! - dijo el ratón emocionado -. Estuve atrapado aquí por días sin poder salir. - No hay problema - respondió Pedro Pablo sonriendo -.

Me alegra haber podido ayudarte. El ratoncito le contó a Pedro Pablo cómo había llegado a esa casa abandonada y cómo había quedado atrapado en el sótano.

Agradecido por su ayuda, el ratón invitó a Pedro Pablo a seguir explorando juntos la casa misteriosa. Mientras recorrían las habitaciones, Pedro Pablo y el ratón descubrieron un viejo álbum de fotos. Al abrirlo, vieron retratos de una familia feliz que solía vivir en la casa.

- ¿Dónde se fueron? - preguntó Pedro Pablo curioso. El ratoncito le explicó que la familia había tenido que mudarse hace mucho tiempo debido a problemas financieros. La casa quedó abandonada y desde entonces nadie había vuelto a vivir allí.

Pedro Pablo sintió tristeza al escuchar esa historia, pero también sintió una gran inspiración dentro de él. Decidió que haría algo para devolverle la alegría a esa casa y traerla de nuevo a la vida.

Con la ayuda del ratón, comenzaron a limpiar todas las habitaciones y arreglar los muebles rotos. Pedro Pablo usaba su imaginación para decorar cada espacio con colores brillantes y dibujos divertidos. Pronto, la casa abandonada se convirtió en un lugar lleno de vida y felicidad.

Un día, mientras estaban terminando de decorar el jardín, llegaron unos nuevos vecinos buscando una casa donde vivir. Quedaron impresionados al ver lo hermosa que estaba aquella antigua casa abandonada. - ¡Es perfecta! - exclamaron los nuevos vecinos -.

¿Cómo podemos agradecerte por habernos ayudado? Pedro Pablo sonrió y les dijo:- No necesitan agradecerme. Solo quería hacer algo bueno por esta linda casa y devolverle su alegría.

Los nuevos vecinos se mudaron emocionados a su nuevo hogar y Pedro Pablo supo en ese momento lo importante que es ayudar a los demás y hacer el bien, incluso si eso significa entrar en una casa como si estuvieras en tu propia casa.

Desde aquel día, Pedro Pablo se convirtió en un niño solidario y siempre buscaba maneras de ayudar a los demás. Y cada vez que pasaba por la antigua casa abandonada, recordaba con cariño las aventuras que vivió allí y cómo pudo convertir algo triste en algo hermoso.

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