La casa de las esculturas encantadas


Había una vez tres amigas muy unidas: Sofía, Valentina y Martina. Les encantaba pasar tiempo juntas y explorar lugares nuevos. Una tarde, decidieron hacer una reunión en una casa antigua que tenían muchas esculturas misteriosas.

- ¡Qué emocionante es estar aquí! - exclamó Sofía mientras miraba a su alrededor con curiosidad. - Sí, este lugar tiene algo especial - dijo Valentina con entusiasmo. - Vamos a preparar la comida para disfrutarla juntas - propuso Martina.

Mientras Martina salió a la cocina a buscar la comida que habían traído, Sofía y Valentina comenzaron a admirar las esculturas que adornaban la casa. Cada una de ellas parecía contar una historia diferente y eso las tenía fascinadas.

De repente, se escuchó un ruido extraño y Martina regresó corriendo asustada. Al entrar en la sala, no vio a sus amigas por ningún lado, solo encontró un mensaje en el suelo que decía: "Nunca las encontrarán".

- ¡Sofía! ¡Valentina! ¿Dónde están? - gritaba Martina desesperada. Las horas pasaban y las amigas seguían sin aparecer. Martina estaba angustiada pero decidió mantener la calma para poder encontrarlas.

Comenzó a revisar cada rincón de la casa en busca de alguna pista que pudiera llevarla hasta sus amigas. Finalmente, después de mucho buscar, Martina descubrió un pasadizo secreto detrás de una de las esculturas. Sin dudarlo, se adentró en él con valentía y determinación.

El pasadizo la llevó a una habitación oculta donde encontró a Sofía y Valentina atadas pero sanas y salvas. - ¡Martina! ¡Por fin llegaste! - exclamaron las amigas al verla entrar. - ¿Están bien? ¿Qué les pasó? - preguntaba Martina preocupada.

Sofía explicó que cuando Martina salió a buscar la comida, unas sombras misteriosas las habían atrapado y llevado hasta esa habitación secreta. Pero gracias al ingenio de Martina lograron liberarse antes de que fuera demasiado tarde.

Las tres amigas se abrazaron emocionadas por haberse encontrado nuevamente y por haber superado juntas ese desafío inesperado. Aprendieron que la verdadera fuerza está en la unión entre amigos y en nunca rendirse ante los obstáculos que se presenten en el camino.

Desde ese día, Sofía, Valentina y Martina siguieron viviendo aventuras juntas pero siempre recordando aquel episodio como una prueba más de lo importante que es estar allí el uno para el otro en todo momento.

Y así demostraron que ninguna adversidad podrá separarlas jamás porque su amistad era indestructible como aquellas antiguas esculturas testigos de su valentía.

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