La Casa de los Secretos en Halloween
Eran las vísperas de Halloween y el cielo se oscurecía mientras los tres amigos, Luca, Sofía y Tomás, se reunían en el parque. Todos llevaban disfraces divertidos: Luca era un fantasma, Sofía una brujita y Tomás un esqueleto. Esa tarde, estaban aburridos y buscaban una aventura que recordar.
-Tomás,- dijo Sofía con una sonrisa traviesa,- ¿te acordás de la casa vieja que está al final de la calle? Dicen que es la casa de los secretos.
-¿Te referís a la Casa de Doña Mabel? ,- preguntó Luca, con los ojos brillando de curiosidad.- ¡Dicen que está embrujada!
-Sí,- asintió Sofía,- ¡sería emocionante entrar! Quizás encontremos algo misterioso.
-Está bien,- dijo Tomás, aunque un poco asustado,- pero vamos a ser rápidos. No queremos que Doña Mabel nos atrape.
Los tres amigos decidieron aventurarse. Al llegar a la casa, se dieron cuenta de que era aún más extraña de lo que imaginaban. Ventanas rotas, plantas secas y una puerta de entrada que crujía con el viento.
-¡Ser valientes! ,- exclamó Sofía, empujando suavemente la puerta que se abrió como si los estuviera invitando a entrar.
Una vez dentro, se encontraron con una entrada cubierta de polvo y telarañas, pero algo en el aire les dio una sensación de emoción.
-¿Escucharon eso? ,- preguntó Luca, mientras miraba hacia el oscuro pasillo.
-Quizás es solo el viento,- sugirió Tomás, intentando parecer valiente.
Mientras exploraban, comenzaron a escuchar susurros suaves.
-¡Hola! ,- dijo una voz. Los chicos se miraron aterrorizados.
-¿Quién está ahí? ,- preguntó Sofía, temblando un poco pero manteniendo su curiosidad fuerte.
De repente, una sombra apareció en la esquina. Era una gata negra con ojos resplandecientes. Se acercó a ellos y dijo:
-¡No tengan miedo! Soy Cata, la guardiana de esta casa. Si desean, puedo ayudarles.
Los chicos se miraron sorprendidos, pero confiaron en la amigable gata.
-¡Por supuesto! ,- dijo Luca, un poco más seguro,- ¿qué secretos tiene esta casa?
Cata sonrió, -Esta casa está llena de historias y lecciones. ¿Les gustaría descubrirlas?
Los niños asintieron emocionados y Cata los llevó a distintas habitaciones, cada una más extraña que la anterior. La primera habitación estaba llena de viejos libros.
-Estos libros tienen historias de valentía,- explicó Cata,- leerlas les enseñará a enfrentar sus miedos.
Mientras leían un cuento, Tomás empezó a recordar sus propias experiencias, pequeñas cosas que había dejado de lado por miedo.
-¡Puedo hacer más! ,- dijo Tomás, decidido.
En la siguiente habitación había un espejo mágico.
-Miren,- dijo Cata,- este espejo refleja no lo que son físicamente, sino lo que pueden llegar a ser.
Los amigos se miraron en el espejo y cada uno vio una versión de sí mismos exitosa y feliz.
-Sofía, ¡mirá! Aquí te veo como una gran bruja que ayuda a los demás,- dijo Luca.
-Esto es increíble,- respondió Sofía, inspirada.
Cada habitación era un nuevo aprendizaje, y al final de su recorrido, habían descubierto mucho más que solo secretos de la casa. Habían encontrado valentía, confianza y, sobre todo, la importancia de ser amigos.
-¡Esto ha sido increíble! ,- dijo Tomás al salir de la casa, mientras la luna brillaba arriba.
-Cuando hay miedo, hay que enfrentarlo,- concluyó Sofía,- y a veces, solo necesitamos un poco de ayuda.
-Sí,- agregó Luca,- y siempre debemos recordar que juntos somos más fuertes.
Desde ese día, los tres amigos nunca se sintieron aburridos nuevamente, porque sabían que la próxima aventura siempre estaba a la vuelta de la esquina.
La noche de Halloween se convirtió en una tradición para ellos, y cada año volvían a la casa a descubrir un nuevo misterio y aprender algo más.
Y así, la Casa de los Secretos se transformó en un símbolo de amistad y valentía, recordando a todos que el verdadero temor no está en lo desconocido, sino en no tener el valor de explorarlo juntos.
FIN.