La casa de los sustos
Había una vez una niña llamada Sofía, que era muy hermosa y siempre estaba llena de curiosidad. A ella le encantaban las historias de miedo y todo lo sobrenatural, así que decidió visitar una casa embrujada en su ciudad.
La casa era famosa por ser el lugar más aterrador de toda la región. Todos los vecinos decían que había fantasmas, monstruos y cosas espeluznantes allí dentro.
Pero eso no asustaba a Sofía, al contrario, ¡le emocionaba muchísimo! Un día soleado, Sofía se armó de valor y caminó decidida hacia la casa embrujada.
Al llegar, notó que el lugar estaba lleno de decoraciones tenebrosas: murciélagos colgando del techo, calaveras sonrientes en las paredes y telarañas cubriendo cada rincón. Sofía entró con cautela y exploró cada habitación con entusiasmo. Encontró esqueletos animados bailando al ritmo de música escalofriante e incluso un cuadro cuyos ojos seguían sus movimientos.
Sin embargo, mientras recorría los pasillos oscuros, escuchó un ruido extraño detrás de ella. "¿Quién está ahí?"- preguntó Sofía temblorosa. No hubo respuesta, pero los ruidos continuaron acercándose cada vez más rápido. El corazón de Sofía comenzaba a latir tan fuerte como el tamboril del carnaval.
"¡Esto es demasiado para mí!"- exclamó Sofía asustada mientras salía corriendo despavorida hacia la salida. Sin embargo, en medio de su carrera frenética, Sofía tropezó y cayó al suelo.
Al levantar la mirada, se encontró con una figura alta y sombría frente a ella. "¡Oh no! ¡Es un fantasma!"- gritó Sofía asustada. Pero para sorpresa de Sofía, el supuesto fantasma comenzó a reírse.
Resulta que era solo el dueño de la casa disfrazado para asustar a los visitantes. Se llamaba Don Alfredo y había notado el entusiasmo de Sofía por las cosas sobrenaturales desde hacía tiempo.
Don Alfredo ayudó a Sofía a levantarse del suelo y le explicó que la casa embrujada era solo un juego para divertir a las personas valientes como ella. Le contó sobre todos los trucos y efectos especiales que utilizaba para crear una atmósfera escalofriante pero segura.
Sofía se sintió aliviada al saber la verdad y comenzaron a hablar animadamente sobre sus historias favoritas de miedo. Don Alfredo compartió algunos secretos detrás de sus trucos más espeluznantes e invitó a Sofía a participar en la creación del próximo evento en su casa embrujada.
Juntos, trabajaron duro durante semanas preparando una nueva versión del espectáculo, esta vez con giros aún más emocionantes.
A medida que avanzaban en los preparativos, Sofía aprendió mucho sobre cómo usar su pasión por lo sobrenatural para inspirar e intrigar a otras personas sin asustarlas demasiado. Finalmente llegó el gran día y la casa embrujada abrió sus puertas nuevamente. Esta vez, Sofía no solo disfrutaba de las emociones y sustos, sino que también se sentía orgullosa de ser parte de algo tan especial.
La historia de Sofía nos enseña que a veces nuestros miedos pueden convertirse en oportunidades para crecer y aprender.
También nos recuerda que lo más importante es siempre tener valentía y enfrentar nuestros temores, porque detrás de ellos puede haber aventuras maravillosas esperándonos.
FIN.