La Casa de Martín en el Bosque



Había una vez un niño llamado Martín que vivía en un parque.

Sí, así es, Martín era conocido por todos como el "Niño Parque" porque desde que tenía memoria había vivido en ese lugar rodeado de árboles, columpios y bancos. Martín era muy feliz en el parque. Pasaba sus días jugando con los animales del bosque, corriendo por los senderos y construyendo casitas con ramas y hojas.

Pero a medida que fue creciendo, empezó a preguntarse cómo sería vivir en una casa de verdad. Un día, mientras observaba a lo lejos las casas del pueblo cercano, Martín decidió que quería tener su propia casa.

Con determinación en su corazón, se acercó al guardabosques del parque y le pidió ayuda para encontrar un lugar donde construir su hogar. El guardabosques sonrió al escuchar la petición de Martín y le dijo: "-¡Claro que sí! Tengo un terreno disponible donde puedes construir tu casa.

" emocionado, Martín siguió al guardabosques hasta llegar a un claro rodeado de árboles frondosos. Con mucha creatividad e ingenio, Martín comenzó a construir su pequeña casa con maderas caídas y piedras del río.

Poco a poco, con esfuerzo y dedicación, la casa fue tomando forma. "-¡Estoy tan contento! ¡Mi propia casa!" exclamaba Martín cada vez que avanzaba un paso más en la construcción. Finalmente, después de varios días de arduo trabajo, la casita estuvo lista.

Era modesta pero acogedora, con ventanas hechas de botellas recicladas y un techo de paja. Martín estaba radiante de felicidad. Una noche, mientras dormía plácidamente en su nueva casa, escuchó ruidos extraños afuera.

Al salir a investigar descubrió que algunos animales del bosque estaban teniendo problemas para encontrar refugio debido a una tormenta que se aproximaba. Sin dudarlo ni un segundo, Martín les abrió las puertas de su hogar para protegerlos de la lluvia y el viento.

Los animales entraron uno por uno y juntos pasaron la tormenta resguardados y seguros. Al amanecer, los animales agradecieron a Martín por su generosidad y valentía.

Desde ese día en adelante, el niño del parque no solo tenía una hermosa casa donde vivir sino también amigos fieles que lo acompañaban siempre.

Y así fue como el Niño Parque aprendió una valiosa lección: no importa dónde vivas o qué tengas materialmente hablando; lo más importante es abrir tu corazón a los demás y compartir lo que tienes con amor y bondad.

FIN.

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