La casa de Silvia



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Silvia. Siempre había soñado con tener su propia casa, donde pudiera decorarla a su gusto y tener su propio espacio para jugar y leer.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, vio a un grupo de niños construyendo una pequeña cabaña con ramas y hojas. Se acercó a ellos y les preguntó qué estaban haciendo.

"Estamos construyendo nuestra propia casita", le respondió uno de los niños. Silvia se emocionó al ver la casita que habían construido y pensó que ella también podía hacer algo así.

Decidió pedir ayuda a sus amigos y juntos empezaron a recolectar ramas y hojas para construir su propia cabaña en el bosque cercano al pueblo. Pasaron días enteros trabajando en la cabaña, reagarrando materiales, cortando ramas y uniéndolas con cuerdas. Finalmente, después de muchos esfuerzos lograron terminarla. La cabaña de Silvia era pequeña pero muy acogedora.

Tenía una puerta hecha con ramitas entrelazadas, ventanas hechas con hojas secas y un techo hecho con hojas grandes que protegía del sol y la lluvia.

Desde ese momento Silvia pasaba todo el tiempo libre jugando en su cabaña junto a sus amigos. Les gustaba imaginar aventuras increíbles dentro de ella: viajes espaciales o expediciones por la selva amazónica. Pero un día ocurrió algo inesperado: llegó una fuerte tormenta que arrasó todo el bosque.

La cabaña de Silvia quedó destruida y ella se sintió muy triste. "¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Cómo volveremos a construir nuestra casita?", preguntó Silvia con lágrimas en los ojos. "No te preocupes, Silvia", dijo su amigo Tomás.

"Podemos construir una nueva cabaña, esta vez más grande y mejor". Silvia se animó al escuchar las palabras de su amigo y juntos empezaron nuevamente a recolectar materiales para construir la nueva cabaña.

Esta vez aprendieron de sus errores anteriores y lograron hacerla aún más resistente que la anterior. La nueva casa era mucho más grande que la primera.

Tenía un piso hecho con piedras planas, paredes hechas con ramas entrelazadas y un techo hecho con hojas grandes que protegía del sol y la lluvia. "¡Es perfecta!", exclamó Silvia emocionada al ver su nueva cabaña terminada.

Desde ese momento, Silvia aprendió que no importa cuánto uno fracase o las dificultades que puedan surgir en el camino, siempre hay una manera de seguir adelante si trabajamos duro y perseveramos en nuestras metas. Y así fue como aquel pequeño sueño infantil de tener su propia casa se hizo realidad gracias a la creatividad e imaginación de Silvia junto a sus amigos.

FIN.

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