La casa del conejito resiliente
Había una vez un pequeño conejito llamado Benito que vivía en un hermoso bosque rodeado de árboles altos y flores coloridas. Benito era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras exploraba el bosque, Benito se encontró con su amigo el ratoncito Lucas. "¡Hola, Lucas! ¿Qué estás haciendo?", preguntó emocionado Benito. Lucas le respondió: "Estoy construyendo una casa para mi familia. Quiero que sea la mejor casa del bosque".
Benito se entusiasmó mucho al escuchar eso y decidió ayudar a su amigo. Juntos comenzaron a recolectar ramitas y hojas para construir la casita.
Pasaron los días y la casa del ratoncito Lucas iba tomando forma, pero cada vez que intentaban colocar el techo, las ramitas se caían. Esto frustraba mucho a Benito, ya que quería ver feliz a su amigo. Un día, mientras intentaban nuevamente colocar el techo de la casita, las ramitas volvieron a caerse una vez más.
Benito no pudo contener su frustración y comenzó a saltar enojado sobre ellas. En ese momento, apareció la sabia tortuga Martina quien había observado todo desde lejos.
Se acercó lentamente hacia ellos y les dijo: "Queridos amigos, sé que están frustrados porque no pueden terminar la casita como quieren". Lucas asintió tristemente con la cabeza mientras Benito seguía saltando enojado sobre las ramitas. Martina continuó diciendo: "La tolerancia a la frustración es muy importante.
A veces, las cosas no salen como queremos, pero eso no significa que debamos rendirnos". Benito dejó de saltar y miró a Martina con curiosidad. "¿Qué podemos hacer entonces?", preguntó con voz temblorosa.
La tortuga sonrió y les dijo: "Podemos buscar otra forma de construir el techo. Tal vez necesitemos utilizar otros materiales o probar una técnica diferente". Lucas y Benito se miraron emocionados ante la idea de encontrar una solución.
Decidieron buscar hojas más grandes y flexibles para construir un techo resistente. Con mucho esfuerzo, juntos lograron colocar el nuevo techo en la casita del ratoncito Lucas. Estaban tan felices y orgullosos de su trabajo que celebraron con un gran abrazo.
Desde ese día, Benito entendió que la tolerancia a la frustración era importante para superar los obstáculos en la vida. Aprendió a no rendirse fácilmente y a buscar alternativas cuando las cosas no salían como esperaba.
Y así, Benito siguió explorando el bosque junto a sus amigos, enfrentando nuevos desafíos con paciencia y perseverancia. Cada vez que se encontraba frente a una dificultad, recordaba las palabras de Martina: "No hay problema sin solución si tienes tolerancia a la frustración".
FIN.