La casa desordenada
Había una vez una mamá llamada Julia que vivía en una casa colorida y acogedora junto a su hija Sofía.
A Sofía le encantaba jugar y pasaba horas entre juguetes, libros y crayones, pero a Julia le costaba mucho mantener la casa ordenada. Siempre tenía la sensación de que no le alcanzaba el tiempo para recoger todo, y eso la ponía de mal humor. Un día, mientras Sofía jugaba en su habitación, Julia se sentó en el sofá y suspiró.
-¿Qué te pasa, mami? -preguntó Sofía, notando la tristeza en los ojos de su mamá. -Me siento frustrada, Sofi. No logro mantener la casa ordenada. Siempre está todo revuelto, y eso me pone de mal humor.
-respondió Julia con un tono de resignación. -¿Y si lo hacemos juntas, mami? Yo te ayudo a recoger y ordenar, ¡será divertido! -propuso Sofía con entusiasmo. Julia dudó al principio, pero luego aceptó la propuesta de su hija.
Juntas, madre e hija, comenzaron a ordenar la casa. Sofía cantaba mientras recogía sus juguetes, y Julia no pudo evitar sonreír al ver el entusiasmo de su hija. Poco a poco, la casa fue tomando forma, y pronto lucía ordenada y reluciente.
Julia se sorprendió al descubrir que, con la ayuda de Sofía, ordenar la casa no solo no había sido aburrido, sino que también había fortalecido el vínculo entre ambas.
Desde ese día, madre e hija compartieron la tarea de mantener la casa limpia y ordenada, convirtiéndola en un juego divertido y en un momento de unión. Y Julia aprendió que, con un poco de ayuda y la actitud correcta, hasta las tareas más tediosas pueden convertirse en momentos especiales.
FIN.