La Casa Embrujada de Fernedo y Omar



Era una tarde soleada en el pequeño pueblo de Villa Valle, cuando Fernedo, un valiente niño con una gran curiosidad, decidió invitar a su mejor amigo Omar a explorar la famosa Casa Embrujada que siempre había fascinado a los habitantes del lugar. La casa estaba ubicada en la colina más alta del pueblo y, aunque se decía que estaba embrujada, eso solo aumentaba la emoción de los dos amigos.

"Omar, ¡vayamos a la casa embrujada!" - propuso Fernedo con una sonrisa de oreja a oreja.

"No sé, Fernedo, la gente dice que se oyen ruidos extraños allí..." - respondió Omar, un poco asustado.

"¡Pero eso es lo divertido! Vamos a descubrir la verdad. Además, tenemos nuestras linternas y no debemos dejar que el miedo nos detenga. ¡No hay nada de qué preocuparse!" - insistió Fernedo, animando a su amigo.

Finalmente, Omar accedió. Con sus linternas en mano, los chicos comenzaron a caminar hacia la casa. Al llegar, se detuvieron un momento para admirar su aspecto antiguo y misterioso.

"¿Ves? No es tan aterradora. Solo parece una casa vieja. Vamos a entrar" - dijo Fernedo.

Empujaron la pesada puerta, que chirrió como si estuviera quejándose. Dentro, la casa estaba cubierta de polvo y telarañas. Las paredes estaban llenas de retratos antiguos que parecían seguirlos con la mirada.

"¡Ay! No sé si me gusta esto..." - dijo Omar, sintiendo un escalofrío.

"Solo es polvo y sombras, Omar. ¡Confía en mí!" - contestó Fernedo, dándole una palmadita en la espalda.

Mientras exploraban, comenzaron a escuchar ruidos extraños: crujidos y susurros que parecían venir de todas partes. La tensión aumentaba, pero Fernedo se mantuvo firme.

"¿Oíste eso?" - preguntó Omar, asustado.

"Sí, pero no significa que haya fantasmas. Podría ser solo el viento. ¡Sigamos!" - dijo Fernedo, tratando de mantener el valor.

De repente, un libro cayó de una estantería, haciendo que ambos amigos saltaran de miedo. Al acercarse, se dieron cuenta de que el libro no era cualquier libro: era un diario lleno de dibujos y relatos de un antiguo habitante de la casa, un artista famoso.

"Mirá, ¡es un diario!" - dijo Fernedo, emocionado. "Vamos a leerlo. Quizás descubramos el secreto de esta casa."

Se sentaron en el suelo y comenzaron a pasar sus páginas. Con cada entrada, aprendieron sobre la vida del artista, sus sueños y su pasión por crear. Pero había algo aún más interesante: el artista había dejado un mensaje en la última página.

"Siempre hay una chispa de creatividad en cada rincón, incluso en los lugares más oscuros. No tengas miedo de buscarla." - leyó Omar en voz alta.

"¡Eso es! La casa no está embrujada, está llena de historia y creatividad. Los ruidos podrían ser solo ecos de su trabajo. Es hora de rescatar este lugar" - dijo Fernedo, con una idea brillante.

Ambos se miraron emocionados y decidieron que en lugar de asustarse, ayudarían a la casa a recuperar su esplendor artístico. Organizaron a los vecinos y juntos limpiaron y restauraron el lugar. Pintaron las paredes y convirtieron los viejos cuartos en un espacio donde los niños del pueblo pudieran venir a aprender sobre arte.

Cuando la casa se transformó en un centro comunitario, todos en Villa Valle comenzaron a visitarla. El temor se había ido y lo que antes era un lugar de misterios se convirtió en un refugio para el arte y la creatividad. Fernedo y Omar se sintieron orgullosos de lo que habían hecho, sabiendo que su valentía y curiosidad habían cambiado el cuento de la casa embrujada para siempre.

Desde aquel día, la Casa Embrujada dejó de ser un lugar de miedo y se convirtió en un lugar de inspiración. Y así, los dos amigos aprendieron que, a veces, las historias más asombrosas están en los lugares más inesperados y que el valor y la curiosidad pueden cambiar el mundo que los rodea.

FIN.

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