La Casa en Armonía


la casa si peleas la casa era tranquila, pero de repente se escuchó un estruendo proveniente del sótano. Todos los muebles temblaron y las ventanas vibraron con fuerza.

Los habitantes de la casa, una familia conformada por papá Juan, mamá María y sus dos hijos, Lucas y Sofía, se miraron asustados. "¿Qué fue eso?", preguntó Lucas con miedo en su voz. "No lo sé", respondió mamá María preocupada. "Parece que algo ha ocurrido en el sótano.

Vamos a investigar". Todos descendieron rápidamente las escaleras hasta llegar al sótano. Al abrir la puerta, quedaron sorprendidos al ver un montón de juguetes tirados por todas partes.

"¡Oh no! Parece que nuestros juguetes han cobrado vida y están peleando entre ellos", exclamó Sofía señalando el caos frente a sus ojos. Los muñecos de peluche estaban forcejeando unos con otros, los autos de juguete chocaban sin control y los bloques de construcción se derrumbaban formando pequeñas barricadas.

Era un verdadero desastre. La familia decidió intervenir para detener aquella pelea entre los juguetes antes de que alguien saliera lastimado.

Papá Juan tomó a uno de los ositos peluches y le habló amablemente:"¡Hey amigo! Entendemos que todos quieren jugar juntos, pero es importante respetarse mutuamente". El osito dejó de forcejear y escuchaba atentamente las palabras del papá Juan. Mamá María se acercó a los autos de juguete y les dijo:"Chicos, todos tienen su lugar en esta casa.

Si trabajan juntos, podrán divertirse mucho más". Los autos asintieron con la cabeza y comenzaron a organizarse para jugar de forma cooperativa.

Lucas agarró algunos bloques de construcción que estaban esparcidos por el suelo y los colocó uno encima del otro formando una torre. Luego, se dirigió a los demás bloques y les dijo:"¡Miren lo que puedo hacer cuando trabajo en equipo! Juntos podemos construir cosas increíbles".

Los bloques dejaron de caerse unos sobre otros y empezaron a colaborar para construir estructuras cada vez más grandes. Sofía tomó a sus muñecas y las reunió en un círculo. Les habló dulcemente:"Amigas, sé que todas quieren ser protagonistas, pero si nos turnamos para jugar diferentes roles, todas podremos disfrutar".

Las muñecas sonrieron entre sí y comenzaron a compartir sus accesorios y tomar turnos para interpretar distintos personajes. Poco a poco, los juguetes fueron entendiendo el mensaje de la familia: trabajar juntos era mucho más divertido que pelearse entre ellos.

La casa volvió a estar tranquila mientras los juguetes aprendían a respetarse mutuamente. Desde ese día, cada vez que surgía algún conflicto entre los juguetes, la familia intervenía recordándoles la importancia de trabajar en equipo.

Los juguetes aprendieron una valiosa lección sobre el respeto mutuo y descubrieron cuánto podían lograr cuando colaboraban unos con otros. Y así, la casa se llenó de risas y juegos en armonía, recordando siempre que la verdadera diversión radica en el trabajo en equipo.

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