La Casa en el Árbol de Hilario y Amelia



Hilario y Amelia eran dos hermanitos muy unidos. Vivían en una casa con un gran jardín lleno de árboles frutales y flores de todos los colores.

Los niños pasaban la mayor parte del tiempo jugando afuera, corriendo, saltando y explorando el mundo que les rodeaba.

Un día, mientras comían unas deliciosas donas de chocolate que su mamá había preparado para ellos, Hilario tuvo una idea emocionante: "Amelia, ¿qué te parece si construimos una casa en el árbol? Podemos tener nuestra propia guarida secreta donde nadie pueda encontrarnos". Amelia asintió emocionada y juntos comenzaron a planear la construcción. Durante días trabajaron arduamente recolectando ramas y hojas para hacer las paredes y el techo de la casita.

Hilario se encargó de tallar ventanas y puertas en las ramas más grandes mientras Amelia decoraba con flores cada rincón del interior. Finalmente, la casa estuvo lista y los niños se sintieron muy orgullosos de su creación.

Pasaban horas jugando allí adentro, inventando historias sobre aventuras increíbles que vivían en su guarida secreta. Una tarde, mientras estaban jugando tranquilamente en su casa del árbol, escucharon un fuerte ruido proveniente del jardín.

Se asomaron por la ventana para ver qué estaba pasando y vieron a unos extraños hombres cortando varios árboles cercanos al lugar donde habían construido su hogar. Hilario se preocupó mucho: "¿Qué haremos ahora? Si siguen cortando árboles pronto nuestra casa del árbol también será destruida".

Amelia lo miró con determinación: "No te preocupes, hermanito. Vamos a hacer algo al respecto". Los niños se armaron de valor y fueron a hablar con los hombres que estaban cortando los árboles.

Les explicaron lo importante que era para ellos tener un hogar en ese lugar y les pidieron que por favor dejaran esos árboles en pie.

Para sorpresa de Hilario y Amelia, los hombres accedieron a su petición y se comprometieron a no cortar más árboles cerca de la casa del árbol. Los niños regresaron felices a su guarida secreta, sabiendo que habían logrado proteger el lugar que tanto amaban.

Esa noche, mientras mamá les contaba una historia antes de dormir, Hilario y Amelia se sintieron muy orgullosos de sí mismos. Habían aprendido una valiosa lección sobre la importancia de luchar por lo que uno cree justo y defender aquello que ama. "Hermanito, nunca debemos darnos por vencidos cuando creemos en algo"- dijo Amelia sonriendo.

"Tienes razón Amelita"- contestó Hilario abrazándola-. "Juntos podemos lograr grandes cosas".

FIN.

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