La casa en el bosque mágico
Había una vez una casa encantadora, escondida en un bosque lleno de árboles altos y frondosos. Este bosque no era un bosque común, ya que estaba habitado por aves de colores brillantes y criaturas que hablaban. En esta casa vivía una niña llamada Lila, quien pasaba sus días explorando su mágico entorno.
Un día, mientras jugaba cerca de un arroyo, escuchó un canto muy especial. Era la melodía de un pájaro que nunca había visto antes. Lila se acercó y vio a un pequeño colibrí con plumas de todos los colores del arcoíris.
- ¡Hola, pequeña! - dijo el colibrí con una voz suave y melodiosa. - ¿Te gustaría conocer nuestros secretos?
Lila, emocionada, respondió:
- ¡Sí, por favor! ¡Siempre he querido conocer los secretos del bosque!
El colibrí comenzó a guiarla entre los árboles, mostrando a Lila un mundo lleno de maravillas. Le presentó a otros animales que habitaban el bosque, como a un sabio búho que le enseñó sobre las estrellas.
- Las estrellas son como guías, Lila - dijo el búho. - Cada una tiene una historia, y si miras con atención, podrás encontrarle un significado a tu vida.
A medida que exploraba, Lila encontró un pequeño claro donde las flores bailaban al ritmo del viento.
- ¡Mira, Lila! - exclamó el colibrí. - Aquí las flores tienen vida propia. Ellas pueden enseñarte sobre la importancia de cuidar nuestro entorno.
- ¿Cómo puedo ayudar? - preguntó Lila, sintiendo que tenía un propósito.
- Cuida de las plantas y los animales, y enséñale a otros a hacer lo mismo - respondió el colibrí.
Lila, inspirada, decidió que haría lo posible por proteger el bosque. Comenzó a recolectar basura y a plantar semillas en los lugares donde podía. Poco a poco, más y más animales se unieron a su causa. Era como si el bosque entero se hubiera puesto de acuerdo en ayudar a Lila.
Sin embargo, un día, Lila volvió a su casa y descubrió que algunos hombres estaban talando árboles para construir una carretera.
- ¡Esto no puede estar pasando! - gritó Lila angustiada, mientras observaba cómo los árboles caían.
Ella sabía que tenía que actuar, así que se unió a las aves y otros animales del bosque para planear una estrategia. Junto con el colibrí, decidieron hablar con los hombres que estaban talando los árboles.
- ¡Detenganse! - gritó Lila al acercarse a ellos. - ¿No ven lo que están haciendo a nuestra casa? Si destruyen el bosque, también destruirán su propio hogar.
Los hombres se detuvieron, sorprendidos. Lila se armó de valor y les explicó cómo el bosque era vital para el equilibrio de la naturaleza.
- Miren, aquí hay un gimnasio de vida, un lugar donde todo es posible - dijo con pasión. - Si lo destruyen, perderán la belleza y la magia.
Los hombres se miraron entre sí, y poco a poco, entendieron el mensaje de la niña. En lugar de talar más árboles, decidieron trabajar con Lila y los animales para encontrar una forma de construir la carretera que no destruyera el bosque.
Agradecida, Lila se sintió con más fuerza y más acompañada que nunca. Junto a sus nuevos amigos, continuó protegiendo el bosque, y su historia se fue difundiendo. La gente de la aldea empezó a visitar el bosque para aprender sobre la importancia de cuidarlo.
Con el paso del tiempo, el bosque creció más hermoso y mágico que nunca, gracias a Lila y a todos aquellos que escucharon su voz.
- ¡Gracias, Lila! - dijeron los animales y aves - gracias a vos, nuestro hogar está seguro.
Lila sonrió, sintiéndose orgullosa de haber hecho la diferencia. Ahora sabía que, junto con sus amigos del bosque, podían lograr cualquier cosa. Y así fue como Lila aprendió que, aunque era pequeña, su voz podía cambiar el mundo.
FIN.