La Casa que Aprendió a Dejar Ir



Había una vez una casa muy bonita que estaba ubicada en un barrio tranquilo de la ciudad.

La casa tenía un gran jardín con hermosas flores y árboles frutales, pero a pesar de su belleza, la casa no estaba contenta. Un día, mientras la casa se encontraba sola en el jardín, llegó un señor muy amable que se presentó como el agente inmobiliario.

La casa no quería hablar con él porque sabía que los agentes inmobiliarios solían vender casas y ella no quería ser vendida. "Hola linda casa, ¿cómo estás? ¿Te gustaría tener nuevos dueños?"- preguntó el agente inmobiliario. "No gracias, estoy bien así"- respondió la casa de mala gana.

El agente inmobiliario insistió varias veces ofreciendo diferentes opciones para mejorarla o renovarla para atraer nuevos compradores pero la casa seguía sin estar interesada. "¿Por qué no quieres tener nuevos dueños?"- preguntó finalmente el agente inmobiliario curioso.

La casa suspiró y dijo: "No quiero ser vendida y tener nuevos dueños porque me gusta mi vida aquí. Me encanta mi jardín y las personas que viven dentro de mí. No quiero dejar todo esto".

El agente inmobiliario entendió lo que sentía la casa y decidió ayudarla. Le prometió encontrar una solución para que pudiera seguir viviendo allí sin preocuparse por ser vendida o abandonada. Pasaron varios días hasta que finalmente llegó una pareja joven al barrio buscando una nueva vivienda para comprar.

Ellos también eran amantes de la naturaleza y los jardines, por lo que el agente inmobiliario pensó que podrían ser los nuevos amigos perfectos para la casa. "Hola hermosa casa, ¿cómo estás?"- saludaron alegremente al entrar.

La casa estaba un poco asustada por tener nuevos visitantes pero se sintió cómoda con ellos desde el primer momento. La pareja se enamoró del jardín y la tranquilidad que sentían dentro de ella.

Le prometieron cuidarla siempre y darle todo el amor que merecía. La casa finalmente entendió que no todos los cambios son malos, y que a veces es necesario abrirse a nuevas posibilidades para encontrar la felicidad.

Ahora vive feliz junto a su nueva familia, disfrutando cada día en su hogar rodeada de amor y alegría. Y así fue como la historia de "la casa que no se quería casar" terminó con un final feliz para todos.

FIN.

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