La Casa Roja de Lolita



Lolita era una niña de siete años con una imaginación que no conocía límites. Vivía en una hermosa casa roja, rodeada de jardines llenos de flores de todos los colores. Cada día, después de desayunar, Lolita se preparaba para una nueva aventura en el bosque mágico que estaba cerca de su hogar.

Una mañana, mientras se ponía su sombrero de exploradora, su mamá le recordó, "No te alejes demasiado, Lolita. Recuerda que el bosque tiene sus propios secretos."

Lolita asintió con una sonrisa. "¡No te preocupes, mamá! Solo iré a visitar a mis amigos! ”

Al llegar al bosque, los árboles parecían saludarla al moverse con el viento, y las hojas caían como pequeños confetis dorados. Su primera visita fue a la colina de las ranas, donde vivía su amigo Rufi, un pequeño sapo que siempre le contaba historias fascinantes.

"¡Hola, Rufi! ¿Qué aventuras me traes hoy?" -exclamó Lolita con entusiasmo.

"¡Hola, Lolita! Hoy estoy preparando una fiesta bajo la gran higuera. Pero hay un problema, no tengo suficiente agua de la fuente mágica. ¿Me ayudas a conseguirla?" -dijo Rufi, con ojos brillantes.

"¡Claro que sí! Vamos juntos, será emocionante" -respondió ella, lista para la aventura.

Caminaron por el bosque hasta que llegaron a un claro donde se encontraba la fuente mágica. Sin embargo, estaban a punto de llenarla cuando se dieron cuenta de que un grupo de traviesos duendes la había ocupado.

"¿Qué hacemos ahora?" -preguntó Lolita, sintiendo un ligero cosquilleo de nervios.

Rufi, con su ingenio natural, tuvo una idea. "Podríamos hacer un trato. Les contamos un chiste, y si se ríen, nos dejan usar la fuente."

"¡Eso es brillante!" -contestó Lolita. Entonces, acercándose a los duendes, se aclaró la voz y dijo: "¡Hola, amigos! ¿Quieren escuchar un chiste?"

Los duendes miraron con curiosidad. "¡Sí!" -respondieron al unísono.

"¿Qué le dice un semáforo a otro semáforo? ¡No te mires, te vas a poner rojo!" -dijo Lolita, haciendo una mueca graciosa.

Los duendes estallaron en risas. "¡Es muy divertido! ¡Está bien, pueden tomar agua!" -dijo uno de ellos entre risas.

Lolita y Rufi llenaron sus botellas con el agua mágica, y se despidieron de los duendes, que seguían riendo por su chiste. Con el agua a cuestas, se dirigieron a la gran higuera, donde estaban organizando la fiesta.

Al llegar, encontrando a otros amigos como la ardilla Sofía y el pájaro Pipo, Lolita derramó el agua mágica en el centro. "¡La fiesta está a punto de comenzar!" -anunció. La higuera empezó a brillar con luces de colores y hermosas flores brotaron de su tronco.

Sofía, emocionada, exclamó: "¡Increíble! Esto es hermoso, gracias, Lolita y Rufi!"

"Sí, ustedes son los mejores!" -dijo Pipo, listo para cantar. Todos se unieron y la fiesta fue increíble, llena de juegos, canciones y bailes.

Cuando el sol comenzó a ocultarse, Lolita supo que era momento de volver a casa. "Hoy fue un día especial, Rufi. Hicimos algo increíble juntos!"

"Sí, y todo gracias a tu valentía y tu buen sentido del humor" -respondió Rufi, feliz por la aventura del día.

Lolita regresó a su casa roja con una gran sonrisa, lista para contarle a su mamá sobre la fiesta y los duendes. Pensó en lo importante que es siempre ayudar a los amigos y cómo a veces una buena risa puede hacer que los problemas se resuelvan.

Esa noche, mirando las estrellas desde su ventana, Lolita soñó con todas las aventuras que aún estaban por venir en el bosque mágico, lista para enfrentarlas con valentía y una sonrisa, porque sabía que con amigos todo era posible.

FIN.

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