La casa sin susto



Sofía y Pedro eran dos grandes amigos que vivían en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre. Siempre estaban buscando nuevas aventuras y diversión, pero esta vez su juego los llevó a un lugar muy especial.

Un día soleado, mientras jugaban en el parque, Sofía pateó la pelota con todas sus fuerzas y, para su sorpresa, salió disparada hacia una casa abandonada al final de la calle.

La casa era antigua y se decía que estaba embrujada, por lo que nadie se había atrevido a entrar nunca. Sofía y Pedro se miraron con emoción. Aunque tenían un poco de miedo, también sentían curiosidad por descubrir qué había dentro de esa misteriosa casa.

Decidieron aventurarse juntos y buscar la pelota valientemente. Caminaron lentamente hacia la puerta principal de la casa. El viento soplaba fuerte y las ramas crujían bajo sus pies. Con cada paso que daban, el miedo comenzaba a desvanecerse y se llenaban de valentía.

Finalmente llegaron a la puerta principal de la vieja mansión. Estaba cubierta de polvo y parecía estar cerrada con llave. Pero justo cuando iban a darse por vencidos, notaron una pequeña ventana abierta en el segundo piso.

Pedro tomó impulso en los hombros de Sofía para alcanzarla e investigar qué había adentro.

Al asomarse por la ventana pudo ver algo brillante en una habitación oscura: ¡era su querida pelota! Con mucho cuidado lograron abrir una puerta trasera entreabierta y entraron a la casa. A medida que avanzaban, descubrieron que aunque estaba vieja y abandonada, era un lugar lleno de secretos fascinantes.

Cada habitación tenía una historia diferente: había una biblioteca llena de libros antiguos, un salón con pianos desafinados y hasta un jardín encantado en el patio trasero. Sofía y Pedro quedaron maravillados al ver todo lo que la casa embrujada tenía para ofrecer.

Pero mientras exploraban, se dieron cuenta de algo importante: no debían tener miedo a lo desconocido. Cada vez que encontraban algo inesperado o asustadizo, recordaban su valentía y seguían adelante.

Después de pasar horas explorando cada rincón de la casa embrujada, finalmente encontraron su pelota en una pequeña sala llena de muñecas antiguas. La recuperaron con alegría y decidieron salir rápidamente antes de que se hiciera tarde. Mientras caminaban hacia afuera, sintieron algo extraño en el aire. De repente, la puerta principal se cerró violentamente detrás de ellos.

Estuvieron atrapados por unos segundos hasta que escucharon una risa juguetona proveniente del techo.

Miraron hacia arriba y vieron a un niño fantasma riendo felizmente mientras les decía: "-¡Gracias por visitar mi hogar! Ahora saben que no hay nada qué temer aquí dentro". Sofía y Pedro sonrieron ampliamente al darse cuenta de que habían superado sus miedos más grandes al aventurarse en la casa embrujada. Habían aprendido a ser valientes incluso en las situaciones más difíciles.

Desde ese día, Sofía y Pedro se convirtieron en los mejores exploradores del pueblo. Compartieron sus historias con todos, animándolos a enfrentar sus miedos y descubrir nuevas aventuras.

Y así, Villa Alegre se convirtió en un lugar lleno de valentía y diversión, gracias a la increíble experiencia que vivieron Sofía y Pedro en la casa embrujada.

FIN.

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