La cascada amistosa


Había una vez en un hermoso bosque, un grupo de animales que vivían juntos y eran muy amigos. Entre ellos se encontraban el conejito Saltarín, el pajarito Trinador y la tortuguita Lenta. Juntos compartían aventuras y aprendizajes.

Un día soleado, mientras jugaban cerca del río, escucharon un sonido extraño proveniente de lo más profundo del bosque. Todos se miraron sorprendidos y decidieron investigar qué era ese misterioso ruido.

Se adentraron en el espeso bosque siguiendo aquel sonido cada vez más fuerte. A medida que avanzaban, notaron que los árboles se volvían más altos y frondosos, creando una sombra fresca y agradable sobre sus cabezas.

Finalmente llegaron a un claro donde descubrieron una cascada maravillosa que caía desde lo alto de un acantilado. El agua cristalina brillaba bajo los rayos del sol y las flores coloridas adornaban su alrededor.

- ¡Guau! - exclamó Saltarín emocionado - ¡Es la cascada más hermosa que he visto en mi vida! - Es verdad - dijo Trinador asintiendo con su cabeza emplumada -, es tan bella como el canto de los pájaros en la mañana. La tortuguita Lenta observaba fascinada cómo las gotas de agua mojaban sus patitas lentamente.

De repente, entre el estruendo del agua, escucharon una voz débil llamándolos:- ¡Ayuda! ¿Pueden ayudarme? Los tres amigos buscaron con la mirada hasta encontrar de dónde provenía aquella voz. Descubrieron un pez atrapado en una red, luchando por liberarse.

- ¡Oh no! - exclamaron los amigos al unísono. Sin perder tiempo, Saltarín saltó hasta la orilla del río y con sus dientes comenzó a desenredar al pobre pez.

Trinador voló hasta el agua para mojar sus alas y ayudarlo a escapar. Lenta, aunque más despacio, se acercó arrastrándose para empujar al pez hacia la libertad. Finalmente, lograron liberarlo y el pez nadó rápidamente hacia el fondo del río como si estuviera dando las gracias.

Los tres amigos sonrieron satisfechos por haber ayudado a alguien en apuros. Se sentaron junto a la cascada y disfrutaron de su belleza mientras conversaban sobre lo importante que es siempre tender una mano amiga cuando alguien lo necesita.

- A veces podemos ser pequeños pero nuestros actos pueden ser grandes - reflexionó Saltarín. - Es verdad - asintió Trinador -, todos podemos hacer una diferencia si nos preocupamos por los demás.

Lenta movió su cabeza lentamente y dijo:- Y también aprendimos que trabajar juntos hace que todo sea más fácil y divertido. Así terminaron su aventura aquel día, recordando siempre la importancia de ayudar a los demás sin importar cuán pequeños o grandes sean.

Desde ese día, cada vez que escuchaban un sonido extraño en el bosque, sabían que era una oportunidad para ser valientes y demostrar su amistad. Y así vivieron felices compartiendo historias llenas de amor y solidaridad en su querido bosque.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Dirección del Cuentito copiada!