La cascada de la amistad


Había una vez en la selva un pequeño y valiente animalito llamado Uga, la tortuga. A diferencia de las demás tortugas, Uga no era lenta ni aburrida, al contrario, siempre estaba lista para vivir nuevas aventuras.

Un día soleado, mientras Uga paseaba por el bosque, se encontró con su amiga Lila, la liebre. Juntas solían explorar y descubrir cosas emocionantes en el mundo que las rodeaba. "¡Hola Uga! ¿Qué tienes planeado para hoy?", preguntó Lila con entusiasmo.

"Hola Lila", respondió Uga. "¡Tengo una idea increíble! He oído hablar de una cascada mágica que concede deseos a quien se atreva a llegar hasta ella".

Lila saltó de alegría y exclamó: "¡Eso suena maravilloso! ¡Vamos juntas a buscarla!". Y así comenzaron su aventura. Las dos amigas caminaron durante horas por senderos desconocidos, sorteando obstáculos y disfrutando de los hermosos paisajes que iban encontrando en el camino. De repente, llegaron a un río muy ancho y profundo.

No sabían cómo cruzarlo para continuar su travesía hacia la cascada mágica. "Oh no", dijo Uga preocupada. "¿Cómo haremos ahora?"En ese momento apareció Pablo, el mapache experto en construir puentes improvisados.

"¿Necesitan ayuda?", preguntó Pablo con una sonrisa amable. Uga y Lila le explicaron sobre su misión de encontrar la cascada mágica y cómo el río les impedía avanzar. Pablo, sin dudarlo, se puso manos a la obra.

Con ramas y troncos construyó un puente resistente para que las amigas pudieran cruzar con seguridad. "¡Gracias Pablo! Eres muy talentoso", exclamó Uga emocionada. Con el puente listo, Uga y Lila continuaron su viaje.

Pero no pasó mucho tiempo antes de que se encontraran con otro desafío: una montaña empinada llena de rocas resbaladizas. "¡Ay no! ¿Cómo vamos a subir esta montaña?", preguntó Lila preocupada. En ese momento apareció Martín, el mono ágil y fuerte, quien escuchó la conversación y ofreció su ayuda.

"No se preocupen, chicas. Yo los ayudaré a subir", dijo Martín mientras trepaba por los árboles cercanos. Martín fue bajando lianas hasta donde estaban Uga y Lila.

Juntos formaron una especie de escalera improvisada para poder subir la montaña sin problemas. "¡Increíble trabajo, Martín!", exclamaron las amigas al llegar a la cima. "Sin ti no hubiéramos podido hacerlo".

Después de superar todos esos obstáculos gracias a sus nuevos amigos, finalmente llegaron al lugar donde se encontraba la cascada mágica. El agua caía con fuerza en medio de un hermoso paisaje lleno de flores y colores vibrantes.

Uga cerró los ojos e hizo su deseo más profundo: quería que todos los animales del bosque fueran felices y vivieran en armonía. Al abrir los ojos, Uga se dio cuenta de que su deseo se había cumplido. Los animales del bosque estaban jugando y riendo juntos, disfrutando de la compañía unos de otros. "Gracias, cascada mágica", susurró Uga emocionada.

"Pero sobre todo, gracias a todos mis amigos por ayudarme en esta increíble aventura". Desde ese día, Uga y Lila siguieron explorando y descubriendo nuevos lugares juntas.

Pero ahora también sabían que siempre podían contar con el apoyo y la amistad de los demás animales del bosque. Y así, Uga demostró que no importa cuán pequeño o lento seas, siempre puedes lograr grandes cosas si tienes valentía y buenos amigos a tu lado.

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