La cascada de los amigos


Era una tarde de verano en el pequeño pueblo de Itá, ubicado a orillas del río Paraná. Los niños jugaban en la plaza mientras los adultos charlaban sentados en las bancas.

De repente, todos se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo en el cielo y en el río. El sol se estaba poniendo, pero en lugar de ver un hermoso atardecer naranja y rosa, todo se había teñido de rojo intenso.

Los niños corrieron hacia el río para investigar lo que estaba sucediendo. Al llegar a la orilla, vieron que el agua también estaba cambiando de color.

De un lado del río era rojo como el cielo y del otro lado era purpura por culpa del monte cercano. - ¡Miren! -exclamó uno de los niños señalando al monte-. ¡Algo está cayendo desde allí! Los demás niños miraron con atención y vieron que efectivamente algo caía desde la cima del monte hacia el río.

- ¿Qué será? -preguntó otro niño curioso. - No lo sé... Pero creo que deberíamos ir a investigar -respondió un tercer niño valiente.

Así fue como los tres amigos decidieron aventurarse hacia la base del monte para averiguar qué causaba ese extraño fenómeno. Cuando llegaron al pie del monte, descubrieron una cascada cristalina que caía desde lo alto hasta desembocar en el río Paraná.

La cascada tenía unas piedras mágicas incrustadas en su superficie, las cuales reflejaban la luz solar creando ese espectacular juego de colores. - ¡Guau! ¡Es hermoso! -exclamaron los niños al unísono. De repente, uno de los amigos tuvo una idea brillante.

- ¿Qué tal si recolectamos algunas piedras y las llevamos a la escuela para mostrarlas a nuestros compañeros? Seguro les encantará conocer este secreto de la naturaleza -propuso. Los otros dos amigos estuvieron de acuerdo y comenzaron a reagarrar las piedras con cuidado.

Una vez que reunieron suficientes, regresaron al pueblo para mostrar su descubrimiento. Los demás niños quedaron maravillados al ver las piedras mágicas y todos quisieron ir a visitar la cascada del monte para verla por sí mismos.

Así fue como el pequeño pueblo de Itá se convirtió en un destino turístico popular gracias a la aventura de tres amigos curiosos.

Desde entonces, cada tarde cuando el sol se ponía, los niños se reunían en la orilla del río para admirar el cielo rojo y purpura mientras recordaban su gran aventura en busca del misterio detrás del fenómeno natural.

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