La casita de la mariposa

En el corazón de la selva vivía una jirafa llamada Carlota, conocida cariñosamente como la jirafa constructora. A Carlota le encantaba ayudar a sus amigos a construir casitas acogedoras, pero rara vez se esforzaba por construir la suya propia. Un día, su amiga mariposa, llamada Maribel, revoloteó hasta su cuello con un brillo de emoción en sus ojos.

'-¡Carlota, Carlota! ¡Necesito tu ayuda! Quiero construir una casita para mí, pero no sé por dónde empezar. ¿Me ayudarías, por favor?'

Carlota asintió con una sonrisa, emocionada por ayudar a su amiga. Juntas se pusieron manos a la obra. Maribel recogía ramitas y hojas con sus delicadas patitas, mientras que Carlota usufructuaba su largo cuello para alcanzar las ramas más altas y los materiales más grandes. A pesar de sus esfuerzos, Maribel a veces se cansaba rápido, pero Carlota siempre encontraba una forma de motivarla.

'-Vamos, Maribel, ¡tú puedes hacerlo! Solo un poquito más y tendremos el techo listo!'

La casita estaba tomando forma lentamente, pero un día, una fuerte tormenta azotó la selva, y la mitad de la estructura se desmoronó. Maribel estaba a punto de darse por vencida, pero Carlota la animó.

'-No te preocupes, Maribel. ¡Vamos a reconstruirlo juntas! Con un poco más de esfuerzo, lograremos tener tu casita lista para que puedas descansar y jugar en ella!'

Así, con paciencia y determinación, las amigas volvieron a trabajar en la casita. Esta vez, Carlota adaptó el diseño para que fuera más resistente, y Maribel se esforzó al máximo, superando sus propios límites. Finalmente, la casita estuvo lista, y Maribel no podía contener su alegría.

'-¡Gracias, Carlota! ¡Gracias por no rendirte y por estar a mi lado en todo momento! Ahora tengo mi propio hogar, gracias a ti.'

Carlota sonrió, sabiendo que la verdadera recompensa estaba en ver a su amiga feliz. A partir de ese día, Maribel y Carlota pasaron muchas tardes felices en la casita, compartiendo hermosas historias y aprendiendo el valor de la perseverancia y la amistad.