La casita de pájaros de Isabella
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Isabella que asistía al jardín de infantes "Rayito de Sol". Isabella era muy alegre y siempre tenía una sonrisa en su rostro.
Vivía con sus papás en una casita pintoresca y colorida al lado de un hermoso bosque. Un día, mientras Isabella jugaba en el patio del jardín con sus amigos, la maestra les anunció que estaban organizando un concurso para decorar casitas de pájaros.
Todos los niños estaban emocionados y comenzaron a planificar cómo iban a hacer sus creaciones. Isabella estaba tan entusiasmada con la idea que decidió pedirle ayuda a su papá para construir la casita de pájaros más especial y hermosa.
Juntos buscaron madera, clavos, pinturas y todo lo necesario para llevar a cabo su proyecto. "Papá, ¿crees que nuestra casita será la más bonita?" -preguntó Isabella mientras pintaban las paredes de colores brillantes. "Claro que sí, mi amor.
Con esfuerzo y creatividad, estoy seguro de que quedará espectacular" -respondió su papá con una sonrisa. Los días pasaron volando y finalmente llegó el día del concurso.
Todas las casitas de pájaros lucían increíbles, pero cuando le tocó el turno a Isabella y su papá de mostrar la suya, todos quedaron maravillados.
La casita estaba adornada con flores hechas de papel, tenía ventanas brillantes como el sol y hasta un pequeño comedero lleno de semillas para los pajaritos. La maestra les entregó un premio por ser la casita más creativa y colorida del concurso. Isabella estaba radiante de felicidad y orgullosa del trabajo en equipo junto a su papá.
Esa noche, mientras cenaban en casa, Isabella le dijo a su papá: "Gracias por ayudarme a hacer la mejor casita de pájaros. ¡Fue tan divertido trabajar juntos!".
Su papá le dio un beso en la frente y respondió: "El verdadero premio no está en ganar concursos, sino en compartir momentos especiales haciendo algo que nos gusta. Eso sí que no tiene precio".
Desde ese día, Isabella aprendió que trabajar en equipo puede lograr cosas maravillosas y que el verdadero valor está en disfrutar cada momento junto a quienes amamos. Y así siguió creciendo feliz entre risas y colores viviendo en su querida casita junto al bosque encantado.
FIN.