La caza furtiva en el bosque


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Geraldine. Era una niña muy curiosa y aventurera, pero lo que más le gustaba era pintar.

Desde que tenía uso de razón, siempre llevaba consigo su caja de colores y un cuaderno para dibujar todo lo que veía a su alrededor. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa en busca de inspiración para sus dibujos, se encontró con un animal extraño.

Era un zorro con manchas blancas y negras en su pelaje. El animal parecía asustado y herido. - Hola, pequeño amigo ¿estás bien? - preguntó Geraldine acercándose lentamente.

El zorro intentó alejarse pero no pudo debido a la herida en su pata izquierda trasera. Geraldine decidió ayudarlo y cuidarlo hasta que se recuperara. Durante los días siguientes, la niña intrepida visitaba al zorro todos los días para asegurarse de que estaba bien y llevarle comida fresca.

Mientras cuidaba del animalito, también aprovechaba para hacer unos bocetos del zorro en su cuaderno. Pero un día cuando llegó al lugar donde había dejado al zorro, no lo encontró por ninguna parte.

Buscó por todo el bosque sin éxito hasta que llego a una cueva escondida detrás de unas rocas. - ¡Hola! ¿Hay alguien ahí dentro? - preguntó Geraldine tímidamente.

Para sorpresa de la niña intrepida escuchó una voz ronca proveniente desde adentro:- ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? - Soy Geraldine, la niña que cuida al zorro herido. ¿Está él allí dentro? La voz ronca respondió:- Sí, está aquí adentro. Pero no te acerques demasiado, es peligroso.

Geraldine entró en la cueva y encontró al zorro junto a una criatura enorme y misteriosa. Era un oso gigante con manchas blancas y negras en su pelaje, igual que el zorro. - ¡Guau! - exclamó Geraldine sorprendida - Nunca he visto algo así antes.

El oso le explicó que él era el guardián del bosque y protegía a todos los animales de las amenazas externas. Pero había una banda de cazadores furtivos que estaban matando a los animales del bosque por diversión.

Geraldine decidió ayudar al oso y sus amigos animales para detener a los cazadores furtivos. Usando su ingenio e imaginación crearon un plan para atraparlos.

Con la ayuda de los demás animales del bosque como conejos, ardillas y pájaros, lograron engañar a los cazadores furtivos haciéndoles creer que había un tesoro escondido en una parte remota del bosque. Cuando llegaron allí se encontraron con todas las trampas que habían preparado para ellos.

Los cazadores furtivos fueron arrestados por la policía local gracias a la valentía de Geraldine y sus amigos animales. Desde ese día en adelante, el bosque estaba seguro para todos los seres vivos gracias al coraje de esta niña intrepida.

Y así, Geraldine aprendió que incluso las cosas más pequeñas pueden tener un gran impacto en el mundo y que su pasión por la pintura podía ayudar a hacer del mundo un lugar mejor.

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