La cebra guerrera



Había una vez en la selva de la Patagonia, un pequeño cebra llamado Guerrero. A diferencia de las demás cebras, él tenía rayas de colores brillantes y vivos. Era un cebra muy especial y único.

Un día, mientras exploraba el bosque, Guerrero encontró algo que nunca había visto antes: ¡un hermoso girasol! Su color amarillo intenso y su imponente altura lo dejaron maravillado.

Guerrero sabía que los girasoles eran plantas especiales que siempre buscaban al sol para crecer fuertes y altos. "¡Wow! ¡Qué espectacular eres, girasol!", exclamó emocionado Guerrero. El girasol sonrió y respondió con voz suave: "Gracias por tu halago, pequeño guerrero. Pero me pregunto si tú también puedes encontrar tu propia luz interior".

Guerrero quedó pensativo ante estas palabras. ¿Qué quería decir el girasol con eso? Decidió preguntarle. "Señor Girasol, ¿cómo puedo encontrar mi propia luz interior?", preguntó curioso.

El girasol le explicó que cada ser vivo tiene habilidades y talentos únicos dentro de sí mismo, solo necesitamos descubrirlos y cultivarlos como el sol alimenta a los girasoles.

Guerrero se sintió inspirado por las palabras del girasol e hizo una promesa a sí mismo: buscaría dentro de sí mismo para descubrir sus propias habilidades especiales. Los días pasaron y Guerrero comenzó a explorar diferentes actividades en la selva. Intentó trepar árboles como los monos pero no era tan ágil como ellos.

Intentó nadar como los patos pero no era tan bueno en el agua. Intentó cantar como los pájaros pero su voz no era melodiosa. "¡No puedo hacer nada bien!", exclamó Guerrero frustrado.

El girasol, que lo había estado observando desde lejos, se acercó a él y le dijo: "No te desanimes, pequeño guerrero. A veces, las cosas que buscamos están más cerca de lo que creemos". Guerrero miró alrededor y vio un grupo de animales tristes y desanimados.

Decidió acercarse a ellos y preguntar qué les pasaba. "¿Qué les ocurre?", preguntó con curiosidad. Los animales explicaron que habían perdido sus caminos en la selva y estaban desorientados. Necesitaban alguien que pudiera guiarlos de regreso a casa. Guerrero reflexionó sobre esto.

Tal vez esa podría ser su habilidad especial: ayudar a otros a encontrar su camino. Con determinación, Guerrero reunió al grupo de animales y comenzaron a explorar juntos la selva.

Con sus rayas brillantes, pudo encontrar rastros invisibles para los demás animales. Guiándose por su intuición y perspicacia, logró llevarlos uno por uno hasta sus hogares seguros. Al final del día, todos los animales estaban felices y agradecidos con Guerrero por haberlos ayudado.

El girasol sonrió orgulloso al ver cómo Guerrero había encontrado su propia luz interior al convertirse en un guía valiente y compasivo para aquellos que lo necesitaban. Desde ese día en adelante, Guerrero siguió guiando a otros animales perdidos en la selva.

Su habilidad especial no solo le dio un propósito, sino que también inspiró a otros a buscar sus propias luces interiores.

Y así, gracias a su coraje y determinación, Guerrero cebra girasol se convirtió en una leyenda de la selva de la Patagonia, dejando un legado de bondad y esperanza para todos aquellos que lo conocieron.

FIN.

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