La Cena de la Amistad



Había una vez, en una panadería muy especial, diez panes que vivían felices y contentos.

Cada uno de ellos tenía su propia forma y sabor único, lo que los hacía sentirse especiales y queridos por todos los clientes que los visitaban. Un día soleado, mientras los panes estaban en la vitrina de la panadería, llegó un hombre llamado Pedro. Era un poco gruñón y no parecía muy simpático.

Sin embargo, pidió llevarse a los diez panes a su casa. Los panes se miraron entre sí con preocupación, preguntándose qué les esperaba fuera de la seguridad de la panadería. "¡Oh no! ¿Qué pasará con nosotros ahora?", se lamentó el Pan Francés.

"Tranquilos amigos, seguro que todo estará bien", intentó calmarlos el Pan Integral. Con algo de miedo pero también con valentía, los diez panes partieron hacia su nueva aventura en la casa de Pedro. Al llegar allí, descubrieron que Pedro vivía solo y aparentemente triste.

La casa estaba desordenada y oscura, lo que entristeció aún más a los panes. "¿Por qué nos ha traído aquí? ¡No me gusta este lugar!", exclamó el Pan Dulce con preocupación. Pero entonces algo inesperado sucedió.

Pedro comenzó a preparar una gran mesa para compartir una cena con sus nuevos amigos: los diez panes.

Encendió velas, puso mantequilla y mermelada en platitos bonitos y cortó cada uno de los panes con cuidado para servirlos a sus invitados. "¡Qué delicia! Nunca imaginé que íbamos a ser parte de una cena tan especial", dijo emocionado el Pan Campesino. Los minutos pasaron volando mientras compartían historias e ilusiones alrededor de aquella mesa llena de amor y amistad.

Pedro les contó sobre su vida solitaria y cómo había deseado tener compañía durante tanto tiempo. "Gracias por darnos esta oportunidad, Pedro. Nos sentimos muy felices de haberte conocido", expresó el Pan Multicereal con gratitud.

Desde ese día en adelante, los diez panes decidieron quedarse junto a Pedro como sus amigos inseparables. Ayudaron a limpiar la casa, decorarla con colores vivos y alegrar cada rincón con su presencia cálida y acogedora.

La historia de aquellos diez panes enseñaba una importante lección: nunca juzgar por las apariencias ni temer a lo desconocido.

A veces, las mejores sorpresas vienen envueltas en paquetes inesperados como aquel hombre llamado Pedro; quien encontró en esos simples pero maravillosos compañeros un motivo para sonreír nuevamente. Y así concluyeron felices para siempre: diez panes convertidos en amigos inseparables que llenaron no solo estómagos sino también corazones con amor y camaradería.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!