La Cena de los Amigos



En una lejana tierra llamada Piel de Maíz, un grupo de peregrinos llegó en busca de un nuevo hogar. Entre ellos se encontraban Ana, Tomás y su amigo Mateo. Sin embargo, la travesía había sido dura y no sabían cómo lograrían sobrevivir en este lugar desconocido. Un día, mientras recorrían el bosque buscando alimento, se encontraron con unos nativos que parecían amables. En lugar de asustarse, decidieron acercarse.

"Hola, somos peregrinos. Vinimos de muy lejos y estamos buscando comida", dijo Ana con un tono tímido pero esperanzado.

Los nativos, que se llamaban a sí mismos los Guardianes de la Tierra, sonrieron y uno de ellos, llamado Kimo, respondió:

"Nosotros podemos ayudarles, pero primero necesitamos conocernos mejor. ¿Qué les parece si nos reunimos esta noche?".

Los peregrinos aceptaron con alegría y esa noche tuvieron una cena mágica. Kimo, junto a su familia, preparó maíz, calabazas y frijoles. Ana, Tomás y Mateo compartieron frutas que habían encontrado. Ambos grupos rieron y contaron historias sobre sus tierras. Al final de la noche, Kimo propuso algo especial.

"Cada año, celebremos juntos esta cena para recordar la amistad que nació entre nosotros. Así nos ayudaremos mutuamente“, sugirió con una gran sonrisa.

Los peregrinos estaban intrigados y encantados con la idea. Todos estuvieron de acuerdo y, desde ese año, comenzaron a celebrar la Cena de los Amigos. Con cada celebración, cada grupo se enseñaba algo nuevo: los peregrinos aprendieron sobre el cultivo del maíz y los nativos aprendieron a cuidar las pequeñas plantas que traían consigo.

Sin embargo, no todo fue fácil. Un año, una fuerte tormenta destruyó los cultivos de los Guardianes de la Tierra. Cuando los peregrinos se enteraron, decidieron actuar.

"No podemos dejarlos solos. Ellos nos ayudaron cuando llegamos aquí", dijo Tomás.

Así que, sin dudarlo, reunieron sus recursos y se avisaron unos a otros. Ana se encargó de los mapas y el plan.

"Este es nuestro momento de ayudar. Vamos a llevarles semillas y alimentos para que puedan recuperarse", dijo con determinación.

En un emocionante viaje, todos los peregrinos llevaron lo mejor que podían encontrar: granos, frutas y más. Al llegar, los nativos los recibieron con alegría y lágrimas de gratitud.

"Nunca olvidaremos lo que han hecho por nosotros", dijo Kimo emocionado mientras abrazaba a Tomás.

A partir de ese momento, la Cena de los Amigos se volvió más que un intercambio de alimentos; era una celebración de unidad y amistad que superaba cualquier adversidad.

A lo largo de los años, la cena se hizo famosa en la región, y muchas otras comunidades comenzaron a unirse a ellos en esta hermosa tradición. Todos aprendieron el valor de unirse y ayudar a los demás. Ana, Tomás y Mateo crecieron sabiendo que la amistad y la bondad eran los mejores puentes para unir culturas.

"Siempre recordemos que juntos somos más fuertes", decía Ana con una gran sonrisa al final de cada celebración.

Así, la historia de la Cena de los Amigos perduró entre generaciones, recordando a todos que lo más importante es cuidarnos unos a otros, y que la verdadera riqueza reside en la amistad.

FIN.

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