La cena inesperada

Isa era una niña muy alegre y siempre estaba feliz, pero hoy su felicidad era aún mayor.

Había esperado todo el día para que llegara la hora de cenar, porque sabía que su mamá había prometido hacer pizza y helado casero de postre. Cuando finalmente llegó la hora de la cena, Isa se sentó en la mesa con una gran sonrisa en su rostro.

Su mamá sacó del horno una pizza caliente y con mucho queso derretido, lo que hizo que el estómago de Isa rugiera de emoción. - ¡Qué rico huele! -dijo Isa mientras miraba fijamente a la pizza-. Mamá, ¿puedo servirme un pedazo? - Claro mi amor -respondió su mamá mientras le pasaba el plato-.

Pero espera un momento antes de empezar a comer. Isa estaba impaciente por probar esa deliciosa pizza, pero obedeció a su madre y esperó pacientemente. Mientras tanto, su mamá preparó una ensalada fresca para acompañar la cena.

Finalmente llegó el turno del postre: helado casero hecho con frutas naturales. Isa no podía creer lo rico que estaba ese helado.

- ¡Mamá esto es lo mejor que he probado en mi vida! -exclamó Isa emocionada mientras daba saltos sobre su silla. Pero justo cuando pensaba que nada podría arruinar ese momento tan especial, algo inesperado ocurrió.

El perro de la familia entró corriendo en la cocina y saltó sobre la mesa tratando de alcanzar un trozo de pizza. La pizza volcó encima del mantel y todos los ingredientes se esparcieron por toda la mesa.

Isa estaba a punto de llorar, pero su mamá la tomó de la mano y le dijo:- No te preocupes mi amor, podemos limpiar esto juntas y volver a disfrutar de nuestra cena. Isa ayudó a su mamá a reagarrar los ingredientes y limpiar la mesa.

Y aunque ya no quedaba pizza ni helado para comer, Isa aprendió una valiosa lección: que las cosas más importantes en la vida no son las cosas materiales, sino estar rodeados del amor y apoyo de quienes nos quieren.

Y así, con una sonrisa en el rostro, Isa se fue a dormir sabiendo que lo más importante era compartir momentos especiales con sus seres queridos.