La cena mágica en el bosque



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una abuela llamada Norma que era conocida por ser la mejor cocinera de la zona.

Todos los días preparaba deliciosas comidas para sus nietos, quienes siempre llegaban corriendo a su casa emocionados por probar sus exquisitos platos. Una tarde soleada, Norma se puso su delantal floreado y comenzó a cocinar con mucho amor. Preparó empanadas, milanesas con puré y de postre un flan casero.

Mientras cocinaba, sonreía pensando en la alegría de sus queridos nietos al ver la mesa tan bien servida. Al terminar de cocinar, Norma se sentó en su mecedora junto a la ventana y esperó pacientemente la llegada de los niños.

Pasaron las horas y el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, pero los nietos no aparecían.

La abuela empezó a preocuparse y decidió llamar por teléfono a sus nietos:- ¡Hola mis amores! ¿Dónde andan que todavía no han venido a cenar? - preguntó Norma con voz cariñosa. - ¡Hola abuelita! Perdónanos, hoy estábamos jugando fútbol y perdimos la noción del tiempo. No te preocupes, ya estamos en camino - respondieron los niños apresurados.

Norma suspiró aliviada al escuchar las voces de sus nietos y volvió a poner la mesa con todo dispuesto para recibirlos. Sin embargo, pasaron unos minutos y los niños aún no llegaban. De repente, sonó el teléfono nuevamente.

Esta vez era uno de los vecinos que le dijo a Norma que había visto a los niños caminando hacia el bosque detrás de su casa. Preocupada pero decidida, Norma tomó una linterna y salió corriendo hacia el bosque en busca de sus traviesos nietos.

El sendero estaba oscuro y lleno de sombras que parecían cobrar vida propia. - ¡Nietitos! ¡¿Dónde están? ! - gritaba Norma mientras avanzaba entre los árboles.

Finalmente encontró a los niños sentados alrededor de una fogata improvisada riendo y contándose historias bajo las estrellas. - ¡Abuelita! Nos disculpamos por haberte hecho esperar tanto tiempo. Estábamos disfrutando del atardecer juntos - dijeron los niños avergonzados pero felices al verla llegar sana y salva.

Norma les dio un fuerte abrazo y les explicó lo importante que es cumplir con lo prometido para no preocupar a quienes nos quieren. Los niños entendieron la lección y prometieron ser más responsables en el futuro.

Juntos regresaron a casa donde disfrutaron de una cena familiar llena de risas y complicidad bajo el cálido cobijo del hogar de la abuela Norma.

Y así, aquella noche se convirtió en un recuerdo imborrable que fortaleció aún más el vínculo especial entre esta dulce abuela cocinera y sus queridos nietos.

FIN.

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