La cesta de manzanas y el misterioso lobo
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de frondosos bosques, una dulce abuelita que vivía en una acogedora casita. Esta abuelita era conocida por todos los habitantes del lugar, no solo por su amabilidad, sino también por sus deliciosas tartas de manzana. Un día, decidió preparar una tarta especial para su nieta, así que salió a recolectar manzanas de su huerto.
Mientras recogía las manzanas, su amiga, la ardilla Sara, se acercó corriendo.
"¡Hola, abuelita! ¿Qué estás haciendo?" - preguntó Sara, moviendo su colita emocionada.
"Hola, querida Sara. Estoy recolectando manzanas para hacerle una tarta a mi nieta. A ella le encantan las manzanas dulces y jugosas" - explicó la abuela, sonriendo.
"¿Puedo ayudarte?" - ofreció la ardilla.
"Por supuesto, ¡serás de gran ayuda! Juntas podemos hacer una tarta maravillosa" - dijo la abuela, agradecida por la compañía.
Después de un rato, llenaron una hermosa cesta con las manzanas más frescas, listas para convertirse en una deliciosa tarta. Pero al regresar a casa, notaron algo peculiar. Un lobo misterioso las observaba desde la distancia.
"¿Viste eso, abuelita? ¡Ese lobo nos está mirando!" - exclamó Sara, asustada.
"No te preocupes, querida. A veces los lobos son malentendidos. Quizás solo tiene hambre" - intento calmarla la abuela.
Pero Sara no estaba tan segura. El lobo se acercó un poco más y dijo:
"Hola, amables damas. Estaba observando cómo cosechaban esas preciosas manzanas. ¿Podrían darme una? Tengo tanto hambre y no quiero hacerles daño".
La abuela se acercó al lobo y, aunque sentía un poco de temor, decidió ser valiente y hablarle con amabilidad.
"Por supuesto, buen lobo. Podés llevarte algunas manzanas de nuestra cesta. Pero, ¿por qué no te quedas a hacer un amigo?" - le propuso.
El lobo la miró sorprendido.
"¡Amiga! Nunca nadie me había ofrecido ser amigo. ¿De verdad me aceptarías en su casa?" - dudó el lobo.
La abuelita asintió con confianza.
"Todos merecen tener amigos, incluso los lobos. Mi casa siempre tiene lugar para los que tienen buen corazón" - respondió ella, mientras señalaba su puerta.
El lobo, conmovido por la amabilidad de la abuela, aceptó la invitación. Juntos, se dirigieron a la casa y se sentaron alrededor de la mesa a disfrutar de la tarta de manzana.
"¿Ves, Sara? No hay que juzgar a los demás por su apariencia. A veces, lo que más necesitamos es un poquito de amistad" - dijo la abuela mientras servía un trozo de tarta al lobo.
El lobo sonrió, sintiéndose agradecido y feliz de haber encontrado no solo un bocado delicioso, sino también dos nuevas amigas.
"Prometo que a partir de hoy seré un lobo diferente. Siempre te ayudaré en el huerto y cuidaré de vos" - declaró el lobo.
Sara miró al lobo y dijo:
"Y yo te invitaré a jugar en el bosque y a compartir nueces. ¡Seremos amigos!" - añadieron las dos amigas a coro.
Desde entonces, la abuelita, Sara y el lobo se convirtieron en un trío inseparable, disfrutando de aventuras y aprendiendo el valor de la amistad. Así, todos en el pueblo se dieron cuenta de que, cuando se brinda amor y cortesía, se abren puertas a nuevas amistades, sin importar las diferencias.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado! Los tres amigos siguieron compartiendo risas, dulces manzanas y, sobre todo, un fuerte lazo de amistad que nunca se rompería.
FIN.