La cesta mágica



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una campesina llamada Martina. Ella vivía sola en su modesta casa y se dedicaba a cultivar sus propias verduras y frutas en su huerto.

Además, tenía una gran habilidad para tejer jareas, unas cestas tradicionales hechas con fibras naturales. Martina era muy querida por todos los habitantes del pueblo, ya que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.

Un día, mientras caminaba por el mercado local con una de sus jareas al hombro, se encontró con un niño llamado Tomás. Tomás era un niño travieso y curioso que siempre buscaba aventuras.

Al ver la jarea de Martina, quedó fascinado por su belleza y le preguntó:-¡Hola! ¿Qué estás llevando en esa cesta tan bonita? -Martina sonrió y respondió: -Estoy llevando algunas frutas y verduras que coseché de mi huerto. También puedo llevar cualquier otra cosa que necesite transportar alguien.

Tomás se emocionó al escuchar eso y le dijo a Martina: -Me encantaría aprender a hacer jareas como las tuyas. ¿Podrías enseñarme? Martina aceptó encantada la solicitud de Tomás e invitó al niño a su casa para enseñarle el arte del tejido de jareas.

Durante semanas, Martina compartió todos sus conocimientos con Tomás. Le enseñó cómo seleccionar las mejores fibras naturales, cómo trenzarlas correctamente y cómo dar forma a la cesta. Tomás demostraba ser un alumno aplicado y rápidamente aprendió todas las técnicas necesarias.

Un día, mientras Martina y Tomás estaban trabajando en el taller de tejido, llegó una noticia inesperada.

El pueblo sería sede de una gran feria artesanal y se estaba organizando un concurso para premiar a la mejor jarea hecha a mano. Martina y Tomás decidieron participar en el concurso juntos. Trabajaron incansablemente durante días para crear una jarea única y hermosa que reflejara todo lo que habían aprendido.

El día del concurso finalmente llegó y Martina estaba nerviosa pero emocionada. Había muchas jareas hermosas exhibidas por los demás participantes, pero ella confiaba en su trabajo junto a Tomás. Cuando llegó el momento de anunciar al ganador, todos esperaban ansiosos.

El jurado admiró cada detalle de las jareas expuestas y finalmente anunciaron: "¡El primer lugar es para... Martina y Tomás!"Martina no podía creerlo, sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad.

Abrazó a Tomás emocionada y ambos subieron al escenario para recibir su merecido premio. Desde ese día, la fama de las jareas hechas por Martina y Tomás se extendió por todo el país. Recibieron numerosos encargos e incluso comenzaron a dar talleres para enseñar a otros cómo hacer estas cestas tradicionales.

Pero lo más importante fue que Martina encontró en Tomás no solo un aprendiz talentoso sino también un amigo leal. Juntos demostraron que cuando compartimos nuestros conocimientos con los demás, podemos lograr cosas extraordinarias.

Y así, la historia de la campesina que tiende jareas se convirtió en un ejemplo de inspiración y superación para todos los habitantes del pueblo.

Martina y Tomás demostraron que no importa cuán pequeño o modesto sea uno, siempre hay algo especial dentro de nosotros que puede marcar la diferencia en el mundo.

FIN.

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