La cicatriz de Jorge



Había una vez un niño llamado Jorge, que era muy curioso y siempre estaba explorando nuevos lugares.

Un día, mientras jugaba en su casa, corrió tan rápido que no vio la puerta entreabierta y ¡zas! se dio un fuerte golpe en la frente contra el canto de la puerta. Jorge sintió un gran dolor y cuando se tocó la frente, notó que le había salido sangre. Su mamá corrió hacia él asustada y lo llevó rápidamente al hospital.

Afortunadamente, el golpe no fue grave, pero dejó una cicatriz marcada en su frente. Al principio, Jorge se sentía avergonzado por su cicatriz. Pensaba que todos se burlarían de él y que ya no luciría igual.

Sin embargo, su mamá le dijo algo que cambiaría su forma de ver las cosas: "Jorge, esta cicatriz es parte de tu historia. Te recuerda lo valiente que fuiste ese día y cómo superaste el dolor con fuerza".

Con estas palabras resonando en su mente, Jorge decidió mirar su cicatriz de manera diferente. En vez de esconderla con sombreros o bufandas, la mostraba con orgullo a sus amigos y les contaba la historia detrás de ella.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos Martín y Sofía, llegó un nuevo niño llamado Lucas. Lucas tenía una discapacidad en una pierna y caminaba con muletas.

Al principio, los niños dudaron en acercarse a él por ser diferente. Sin embargo, Jorge recordó cómo se había sentido cuando pensaba que su cicatriz lo hacía diferente a los demás. Así que decidió acercarse a Lucas y empezar a hablarle como si fuera uno más del grupo.

"Hola Lucas ¿te gustaría jugar al fútbol con nosotros?" -dijo Jorge con una sonrisa amigable. Lucas se sorprendió por la actitud tan amable de Jorge y aceptó encantado unirse al juego.

Con el pasar de los días, Jorge notó cómo Lucas ganaba confianza al sentirse incluido por primera vez en mucho tiempo.

Un día caluroso de verano, mientras los cuatro amigos descansaban bajo un árbol después de jugar durante horas, Lucas miró a Jorge y le dijo: "Gracias por tratarme como uno más a pesar de mi discapacidad. Me has enseñado que lo importante no es cómo nos veamos por fuera sino quiénes somos realmente".

Jorge sonrió emocionado al escuchar estas palabras tan sinceras y supo entonces que tener una cicatriz o alguna diferencia física no definía quién eras realmente. Desde ese día en adelante, Jorge siguió siendo tan curioso como siempre pero ahora también era más comprensivo y solidario con aquellos que eran diferentes.

Y cada vez que veía su cicatriz en la frente recordaba aquella valiosa lección: lo importante está en el corazón.

FIN.

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