La cima de la amistad


Había una vez en la hermosa Sabana Africana, un elefante llamado Ernesto y una jirafa llamada Gertrudis. Ernesto y Gertrudis eran los mejores amigos y siempre estaban juntos.

Un día, mientras paseaban por la sabana, vieron una montaña muy alta en el horizonte. - ¡Mira esa montaña, Gertrudis! -exclamó emocionado Ernesto-. ¿Te imaginas qué increíble sería llegar hasta la cima? Gertrudis miró con curiosidad la montaña y sonrió. - Sí, sería algo maravilloso.

Pero creo que es imposible para nosotros subirla, Ernesto. Somos demasiado grandes y pesados. Ernesto se quedó pensativo por un momento y luego dijo:- No importa lo grande o pesados que seamos, si trabajamos juntos podemos lograrlo.

Vamos a demostrarle al mundo que no hay límites cuando se tiene determinación y amistad. Así fue como Ernesto convenció a Gertrudis de embarcarse en esta aventura épica hacia la cima de la montaña.

Se prepararon con provisiones suficientes para el viaje y comenzaron a caminar hacia su destino. El camino estaba lleno de desafíos: ríos caudalosos, árboles caídos y rocas resbaladizas. Pero cada obstáculo era superado gracias a la fuerza de Ernesto y a la agilidad de Gertrudis.

- ¡Vamos, Gertrudis! ¡Tú puedes hacerlo! -animaba Ernesto mientras cruzaban uno de los ríos. - ¡No me detendré, Ernesto! Juntos lo lograremos -respondía Gertrudis con determinación. A medida que avanzaban, la montaña se volvía más empinada y el aire más frío.

Pero su amistad les daba fuerzas para seguir adelante. En cierto punto del camino, mientras escalaban una pared rocosa, Ernesto resbaló y quedó colgando de una rama. - ¡Ayuda, Gertrudis! No puedo sostenerme por mucho tiempo -gritó desesperado Ernesto.

Gertrudis se acercó rápidamente y extendió su largo cuello para alcanzar a Ernesto. Con un gran esfuerzo, logró agarrarlo con sus fuertes dientes y juntos volvieron a ponerse en pie. - Gracias por salvarme la vida, Gertrudis.

Eres mi verdadera heroína -dijo emocionado Ernesto mientras se abrazaban. Finalmente, después de muchos días de caminar y escalar, llegaron a la cima de la montaña. Desde allí arriba podían ver toda la sabana en todo su esplendor.

- ¡Lo logramos! ¡Llegamos hasta aquí juntos! -exclamó emocionada Gertrudis. Ernesto asintió con orgullo y mirando hacia el horizonte dijo:- Este viaje nos enseñó que no hay límites cuando tienes un amigo al lado.

Juntos podemos superar cualquier obstáculo que se nos presente en la vida. Desde ese día en adelante, Ernesto y Gertrudis siguieron siendo los mejores amigos y recordaron siempre aquel viaje épico hacia la cima de la montaña.

Y cada vez que enfrentaban un desafío, recordaban que con amistad y determinación, no hay nada imposible de lograr. Y así, su historia inspiró a muchos animales en la sabana africana a creer en sí mismos y trabajar juntos para alcanzar sus sueños.

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