La cima del coraje
Había una vez un niño llamado Quique, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde muy pequeño, Quique soñaba con ser escalador y conquistar las cimas más altas.
Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, se encontró con un anciano sabio llamado Don Ernesto. Don Ernesto era conocido en el pueblo por sus historias llenas de enseñanzas y sabiduría. - ¡Hola, Quique! -saludó Don Ernesto con una sonrisa-.
Veo que estás perdido en tus pensamientos. ¿Qué te preocupa? - Hola, Don Ernesto -respondió Quique-. Quiero ser escalador y llegar a la cima de las montañas, pero no sé cómo empezar.
Don Ernesto se quedó pensativo por unos segundos antes de responder. - Escalar montañas no es solo subir hasta la cima -dijo-. También implica aprender a enfrentar los desafíos que se presentan en el camino. Te contaré una historia para ayudarte a entenderlo mejor.
Quique se sentó al lado del anciano y prestó atención a cada palabra que decía. - Una vez había un niño llamado Martín que también soñaba con escalar montañas -comenzó Don Ernesto-.
Pero Martín tenía miedo a las alturas y eso lo detenía. Un día decidió enfrentar su miedo e iniciar su aventura hacia la cima más alta del mundo.
Quique estaba fascinado por la historia y preguntó:- ¿Y qué pasó después? - Martín comenzó poco a poco, practicando en pequeñas colinas cerca de su casa -continuó Don Ernesto-. Cada vez que subía un poco más alto, sentía una satisfacción inmensa. Pero pronto se encontró con una montaña muy empinada y rocosa.
- ¿Qué hizo Martín entonces? -preguntó Quique ansioso por saber. - Martín no se rindió. Buscó ayuda de otros escaladores más experimentados y aprendió técnicas para superar obstáculos difíciles. Aprendió a confiar en sí mismo y a nunca darse por vencido.
Quique reflexionó sobre la historia y luego preguntó:- ¿Y qué pasó finalmente con Martín? Don Ernesto sonrió y respondió:- Martín logró escalar la montaña más alta del mundo.
Pero lo más importante es que descubrió que el verdadero desafío estaba en el proceso, en cada paso que dio para llegar hasta allí. Guiado por las palabras de Don Ernesto, Quique decidió seguir su sueño de ser escalador. Comenzó a entrenar todos los días, practicando en pequeñas colinas cercanas a su pueblo.
Poco a poco, fue ganando confianza en sí mismo y superando sus miedos. Encontraba alegría en cada paso dado hacia la cima de las montañas. Con el tiempo, Quique se convirtió en uno de los mejores escaladores del país.
No solo conquistaba las cimas más altas, sino que también inspiraba a otros niños a perseguir sus propios sueños.
Desde aquel día, Quique entendió que la vida era como escalar una montaña: llena de desafíos y obstáculos pero también llena de satisfacción cuando te atreves a enfrentarlos. Y así, Quique siguió escalando montañas y viviendo aventuras increíbles, siempre recordando las palabras de Don Ernesto: "El verdadero desafío está en el proceso".
FIN.