La ciudad bajo el agua



En un pequeño pueblo costero de Argentina, los niños soñaban con misterios que se ocultaban bajo las aguas del mar. Cada tarde, después de la escuela, Patricio, Sofía y Lucas se reunían en la playa, fascinados por las historias de su abuelo, quien les contaba sobre una ciudad sumergida que brillaba con corales y peces de colores.

*- ¡Abuelo, contanos otra vez sobre la ciudad bajo el agua! -* pidieron entusiasmados.

*- Claro, mis pequeños, pero recuerden que es solo un cuento. Dicen que aquellos que tengan valentía y un corazón puro pueden encontrarla. -*

Los amigos, con la curiosidad despierta, decidieron que debían intentar encontrar la ciudad mágica. Planeando su aventura, decidieron reunirse al amanecer del día siguiente con su equipo hastas las linternas y las toallas de buceo.

Al llegar a la playa, el cielo se teñía de colores rojizos al salir el sol. Se pusieron sus gafas de buceo y se lanzaron al agua.

Bajo la superficie, todo era diferente. Los rayos del sol se filtraban creando juegos de luz que danzaban a su alrededor.

*- Miren eso, ahí hay un pez de colores! -* exclamó Sofía mientras señalaba una maravillosa criatura.

*- Tengo una sensación de que estamos cerca. ¡Vamos a explorar! -* dijo Lucas.

Mientras nadaban, comenzaron a notar algo extraño. Un brillo intenso salió de entre los corales, y al acercarse, ¡descubrieron una puerta antigua!

*- ¡Esto debe ser la entrada a la ciudad! -* gritó Patricio, su corazón latiendo con fuerza.

*- Pero, ¿cómo la abriremos? -* se preguntó Sofía.

Lucas notó unos símbolos grabados en la puerta. Decidieron intentar combinar los colores de sus trajes de baño para formar un patrón. Al hacerlo, se escuchó un clic y la puerta se abrió, revelando un mundo deslumbrante.

*- ¡Entren! -* dijo Lucas, emocionado. Pasaron la puerta y se encontraron en una ciudad llena de edificios cubiertos de corales y peces que nadaban entre las estructuras.

*- ¡Esto es increíble! -* exclamó Sofía.

*- Debemos descubrir qué más hay aquí. -* agregó Patricio.

De repente, en medio de un jardín de algas, encontraron una especie de guardian de la ciudad, un pez enorme y sabio.

*- ¡Hola, pequeños! Bienvenidos a Anemona, la ciudad bajo el agua. ¿Qué los trae aquí? -* preguntó el pez con una voz profunda y suave.

*- Venimos a conocer su ciudad y a descubrir sus secretos. -* respondió Patricio valientemente.

El pez les sonrió. *- Esta ciudad es un lugar de conocimiento y respeto por la naturaleza. Sin embargo, para demostrar que su corazón es puro, deben superar tres desafíos. ¿Están listos? -*

*- ¡Sí! -* respondieron en coro. Así comenzó su aventura por la ciudad.

El primer desafío fue ayudar a un grupo de delfines que se habían enredado en plásticos. Trabajaron juntos para liberarlos, aprendiendo la importancia de cuidar el océano y evitar la contaminación.

*- ¡Lo hicimos! -* gritó Sofía con alegría, mientras los delfines saltaban de felicidad.

El segundo desafío implicó resolver un acertijo que un viejo pulpo les planteó. Al solucionar el enigma, descubrieron que la importancia de la comunicación y el trabajo en equipo era esencial.

*- ¡Listo, podemos hacerlo! -* dijo Lucas mientras celebraban su segundo triunfo.

Finalmente, el tercer desafío fue el más complicado. Debían construir un refugio para unos peces que habían perdido su hogar por culpa de un barco que había dejado desperdicios en su hábitat. Utilizaron su creatividad y los materiales de la ciudad para diseñar un hermoso refugio.

*- ¡Hicimos un hogar! -* dijo Patricio, orgulloso de su trabajo.

El pez sabio se acercó nuevamente. *- Están listos para ser los guardianes de Anemona. Han demostrado su valentía, inteligencia y amor por la naturaleza. Tomen esto.*

El pez les entregó un cristal brillante. *- Este cristal los conectará siempre con Anemona. Cuídalo y recuerda lo que han aprendido aquí. La ciudad siempre estará con ustedes, en su corazón. -*

Mientras los amigos retornaban a la superficie, se sentían diferentes, más conectados con la naturaleza y entre ellos. Al salir del agua, se dieron cuenta de que la experiencia los había cambiado para siempre.

*- ¡Increíble! Nunca olvidaremos esto. -* dijo Lucas mientras se despojaban de sus equipos de buceo.

*- Hicimos algo maravilloso y aprendimos lo importante que es proteger a nuestros océanos. -* agregó Sofía.

Desde ese día, se comprometieron a cuidar sus costas, educar a otros y compartir la historia de la ciudad bajo el agua y su sabiduría con todo el pueblo. Cada vez que miraban el mar, podían sentir la magia que se escondía bajo las olas y recordaban que la aventura y el conocimiento siempre están a un paso de ser descubiertos.

*- ¡Vamos, a seguir explorando! -* exclamó Patricio, con una sonrisa en el rostro.

FIN.

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