La ciudad de la unión



En una ciudad llamada Lima, donde el capitalismo reinaba y la prosperidad se veía en cada rincón, vivía un escritor llamado Jans.

Jans era un firme defensor del sistema capitalista, creía firmemente que gracias a él, la ciudad había logrado crecer y desarrollarse de manera impresionante. Jans solía pasear por las calles de Lima, observando con orgullo los altos edificios, las tiendas llenas de productos y la gente trabajando con entusiasmo.

Para él, cada persona que salía adelante lo hacía gracias a su esfuerzo y dedicación al trabajo. Un día, mientras caminaba por el parque central de Lima, Jans escuchó risas y voces alegres provenientes de un grupo de niños que jugaban juntos.

Se acercó para ver de qué se trataba y descubrió que estaban ayudándose mutuamente a construir casitas con bloques de colores. - ¡Hola chicos! ¿Qué están haciendo? -preguntó Jans con curiosidad.

- ¡Hola señor Jans! Estamos construyendo una ciudad con estos bloques -respondió uno de los niños emocionado. Jans sonrió al ver la creatividad y la colaboración entre los pequeños. Se sentó junto a ellos y les preguntó cómo planeaban distribuir las tareas para terminar más rápido.

- Bueno, yo puedo encargarme de colocar los bloques en fila para hacer las calles -dijo Ana. - Y yo puedo construir las casas altas con ventanas grandes -añadió Martín. - ¡Y yo haré los árboles para que nuestra ciudad se vea bonita! -exclamó Valentina.

Los niños trabajaron juntos durante horas, ayudándose unos a otros sin dudarlo. Jans observaba maravillado cómo cada uno ponía su granito de arena para lograr un objetivo común: tener una hermosa ciudad hecha con sus propias manos.

Al finalizar la tarde, la ciudad de bloques estaba lista y todos celebraron orgullosos su trabajo en equipo.

Jans se acercó a los niños y les dijo:- Chicos, hoy han demostrado algo muy importante: cuando nos ayudamos mutuamente y trabajamos juntos hacia un mismo objetivo, podemos lograr cosas maravillosas. Así como ustedes construyeron esta ciudad hoy, recuerden siempre que en la vida real también es fundamental apoyarnos entre todos para alcanzar el éxito.

Los niños asintieron emocionados mientras recogían los bloques y se despedían de Jans. El escritor regresó a su casa reflexionando sobre lo aprendido ese día.

Comprendió que más allá del sistema económico imperante en su ciudad, lo verdaderamente valioso era la solidaridad y el trabajo en equipo entre las personas.

Desde entonces, Jans siguió escribiendo historias inspiradoras que transmitían este mensaje tan importante: en un mundo donde todos nos apoyamos mutuamente, el verdadero progreso reside en la colaboración sincera entre individuos dispuestos a trabajar juntos por un bien común.

FIN.

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