La Ciudad de Lego y Tarta



En un pequeño pueblo llamado Villa Construcción vivía Stefan, un niño curioso y creativo que siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras paseaba por el parque, encontró una caja llena de piezas de Lego abandonadas.

Sin dudarlo, decidió llevárselas a casa para comenzar a construir. Al llegar a su habitación, Stefan se sentó frente a la computadora y buscó en internet diferentes ideas para armar con las piezas de Lego.

Pasaron las horas volando mientras construía castillos, naves espaciales y vehículos increíbles. De repente, escuchó un ruido proveniente de la cocina y fue corriendo a investigar. Para su sorpresa, vio que su mamá había horneado una deliciosa tarta de chocolate.

"-¡Qué rico se ve eso! ¿Puedo probar un pedacito?" -preguntó Stefan con los ojos brillantes. Su mamá sonrió y le cortó una porción generosa que él devoró en segundos.

Después de merendar, Stefan regresó a su habitación y siguió jugando con sus Legos hasta que el sol comenzó a ponerse. Fue entonces cuando recordó que tenía una cita muy importante: jugar online con sus amigos.

Rápidamente encendió la computadora y se sumergió en el mundo virtual lleno de desafíos y diversión. Sin embargo, justo cuando estaba por empezar la partida, la pantalla se puso negra y un mensaje apareció: "Error en la conexión".

Stefan no podía creerlo; ¡su juego favorito no funcionaba! Desanimado, apagó la computadora y miró hacia la mesa donde aún quedaba un trozo de tarta.

Fue entonces cuando tuvo una idea brillante: ¿por qué no combinar sus Legos con la tarta para crear algo nuevo? Con entusiasmo, comenzó a construir una ciudad sobre el plato usando las piezas como edificios y vehículos comestibles. La creatividad fluía sin parar mientras daba vida a su creación única.

Cuando terminó, se dio cuenta de lo maravilloso que era poder inventar cosas nuevas utilizando todo lo que tenía a su alcance. Dio gracias por tener Legos para construir, una computadora para aprender e incluso una simple tarta para inspirarse.

Esa noche, Stefan se acostó feliz y satisfecho sabiendo que no importaba si las cosas no salían como esperaba; siempre habría formas ingeniosas de seguir adelante y disfrutar cada momento al máximo. Y así descubrió que la verdadera magia estaba en su imaginación y en cómo decidiera usarla cada día.

FIN.

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