La Ciudad Encantada de Huancabamba
En un rincón mágico de los Andes, había una ciudad llamada Huancabamba. Según la leyenda, el gran inca había mandado construirla para que todos los que vivieran allí fueran felices y disfrutaran de la belleza del mundo.
La ciudad estaba llena de coloridos palacios, plazas amplias y casas tan brillantes que parecían estar hechas de estrellas. Dos niños, Lucho y Sofía, siempre soñaban con explorar cada rincón de esa maravilla.
Una mañana, mientras jugaban en el campo, Lucho encontró un misterioso mapa enrollado detrás de una roca.
"Mirá, Sofía, ¡un mapa! ¿Qué creés que habrá en el lugar al que señala?" - dijo Lucho, con los ojos brillantes de emoción.
"No sé, pero debemos ir a descubrirlo. Puede que sea un tesoro o un secreto de la ciudad encantada" - respondió Sofía, entusiasmada.
Los niños decidieron seguir el mapa, que les llevaba a una parte escondida de Huancabamba, justo detrás de la alta muralla. Mientras caminaban, se encontraron con un anciano sabio que cuidaba un pequeño jardín de flores.
"¿Adónde van, jóvenes aventureros?" - preguntó el anciano con una sonrisa.
"Estamos buscando lo que hay detrás de la muralla. Encontramos este mapa." - explicó Lucho.
El anciano miró el mapa con curiosidad.
"Este lugar te llevará al Corazón de Huancabamba, donde se esconden los secretos más bellos de nuestra ciudad. Pero cuidado, no todo lo que encuentres será un tesoro imediato; también habrá lecciones que aprender" - advirtió el anciano.
Los niños se miraron un poco asustados, pero la curiosidad pudo más.
"Gracias, don anciano. Prometemos ser valientes y aprender de lo que encontremos" - dijo Sofía.
Siguieron el camino indicado en el mapa y llegaron a un hermoso jardín lleno de flores de colores nunca vistos. En el centro, había un estanque brillante que reflejaba el cielo. Pero al acercarse, se dieron cuenta de que el agua parecía triste.
"¿Por qué está así?" - preguntó Lucho.
Justo entonces, un pequeño pez dorado salió del agua y dijo:
"¡Ayuda! El jardín se marchita y yo no puedo hacer nada solo. Necesito compañeros que cuiden de este lugar. Si no lo cuidan, Huancabamba perderá su belleza.
Sofía miró a Lucho y le dijo:
"¡Podemos hacerlo! Juntos podemos cuidar el jardín. Pero, ¿qué necesitamos hacer, pez dorado?"
"Debemos regar las plantas, recoger las hojas secas y llenar el estanque de alegría. Solo así el jardín volverá a florecer" - explicó el pez.
Sin pensarlo dos veces, los niños comenzaron a recoger hojas, a regar las flores y a contar historias felices al estanque. A medida que lo hacían, el jardín empezaba a cobrar vida. Las flores se abrían con más color, y el agua del estanque se iluminaba con reflejos vibrantes de azules y verdes.
Después de horas de trabajo, el pez dorado saltó fuera del agua y brilló más que nunca.
"¡Lo lograron! Ahora el Corazón de Huancabamba volverá a latir. Ustedes han aprendido lo que significa cuidar y compartir" - dijo el pez emocionado.
Lucho y Sofía se sintieron felices y orgullosos.
"No lo hicimos solos, fue gracias a la ayuda de todos" - dijo Lucho.
"Sí, y también descubrimos que cuidar de nuestro entorno es un gran tesoro" - agregó Sofía.
El pez dorado sonrió y, antes de regresar al agua, les dejó un regalo: una pequeña piedra brillante que simbolizaba su esfuerzo.
"Esta piedra será un recordatorio de su aventura y del valor de cuidar de Huancabamba" - dijo el pez antes de zambullirse.
Los niños regresaron a casa, llenos de historia y aprendizaje, sabiendo que habían hecho la diferencia en su ciudad encantada. Desde ese día, Lucho y Sofía se convirtieron en los guardianes del jardín, cuidando de la belleza de Huancabamba, y compartiendo su historia con todos los que se atrevían a soñar.
Y así fue como Lucho y Sofía descubrieron que el verdadero tesoro no eran solo las piedras brillantes, sino el amor y el cuidado que ponían en cada gesto.
Siempre recordarán que todos podemos hacer del mundo un lugar más hermoso, solo si estamos dispuestos a cuidar de él, juntos.
FIN.