La ciudad que soñaba despierta



En el corazón del reino de Valdoria, rodeada de montañas y espesos bosques, se encontraba la pequeña ciudad de Dreumor. Era un lugar tranquilo, donde las campanas de la iglesia marcaban el ritmo de los días, y los mercados se llenaban de vida cada mañana. Sin embargo, Dreumor tenía un secreto: todos sus habitantes soñaban despiertos.

La historia comienza con Emma, una niña curiosa que soñaba con aventuras. Ella solía ir al bosque con su mejor amigo, un travieso conejo llamado Tito. Un día, mientras exploraban, encontraron un viejo mapa escondido bajo unas hojas.

"¡Mirá, Tito! Esto parece un mapa del tesoro!" exclamó Emma con los ojos brillantes. -

"¡Vamos a buscarlo!" respondió Tito, saltando de emoción.

Siguiendo el mapa, Emma y Tito llegaron a un claro mágico donde el sol brillaba más que en cualquier otro lugar de Dreumor. Allí, encontraron un baúl antiguo.

"¿Qué crees que habrá adentro?" preguntó Emma, abriendo con cuidado la tapa.

"¡Quizás joyas o monedas de oro!" sugirió Tito, ansioso.

Pero, para su sorpresa, el baúl estaba lleno de libros.

"¿Libros?" se preguntó Emma, decepcionada.

"Pero, ¡esos son libros mágicos!" dijo Tito, olfateando.

Emma hojeó uno de los libros y de repente, palabras y colores comenzaron a danzar en el aire.

"¿Ves, Tito? ¡Estos libros traen historias a la vida!"

"¡Vamos, probemos!" se animó Tito.

Decidieron leer el libro sobre un dragón que soñaba con volar. Al pronunciar las palabras, un dragón dorado apareció en el cielo y comenzó a volar en círculos sobre ellos.

"¡Wow! ¡Es real!" gritó Emma, instalada entre risas y asombro.

"¡Esto es más divertido que el oro!" dijo Tito, brincando.

Pero luego de un momento, el dragón aterrizó frente a ellos, triste.

"Hola, soy Draco. Siempre soñé con volar, pero me siento solo. ¿Me podrían ayudar a encontrar amigos?" preguntó el dragón con voz melancólica.

"Claro, ¡podemos hacerlo!" dijo Emma. "¿Qué necesitas, Draco?"

"Solo quiero ser parte de un lugar donde todos sueñen y compartan aventuras. En mi montaña, no hay nadie con quien jugar" respondió Draco.

Emma y Tito decidieron hacer algo al respecto. Primero, usaron el libro para hacer aparecer más criaturas mágicas: unicornios, hadas y un sabio búho.

"¡Vamos, todos! Hay que contarle a los habitantes de Dreumor sobre Draco y sus nuevos amigos!" sugirió Emma.

"¡Sí! Llevémoslos al claro mágico!" agregó Tito, emocionado.

Cuando llegaron a Dreumor, Emma y Tito contaron a sus amigos y vecinos sobre los mágicos seres que habían conocido y llevaron a todos al claro.

"¡Miren!" dijo Emma, señalando a Draco que sonreía felizmente.

"¡Es un dragón!" exclamaron los niños con asombro.

Pronto, los habitantes de Dreumor se unieron en un gran festival con juegos, cuentos y canciones, conviviendo con las criaturas mágicas.

Draco, que antes se sentía solo, ahora era el centro de atención y disfrutaba de la compañía de sus nuevos amigos.

"¡Gracias por ayudarme! Ahora sé que no estoy solo y que siempre habrá alguien con quien compartir mis sueños!" dijo Draco, con lágrimas de alegría en sus ojos.

Emma y Tito comenzaron a soñar aún más, conectando a todos en Dreumor a través de historias. De esta manera, la ciudad se llenó de alegría, creatividad y unidos, comenzaron a escribir nuevos cuentos. Emma se dio cuenta de que el verdadero tesoro no era oro ni joyas, sino la magia de soñar juntos y hacer realidad esos sueños.

Con el pasar del tiempo, Dreumor se convirtió en un lugar donde todos compartían sus sueños, ideas y aventuras, enseñando a los niños que lo imprescindible es ser valientes y abrirse a nuevas amistades. Ya no solo soñaban despiertos; ahora compartían su magia con el mundo.

Y así, la pequeña ciudad continuó construyendo su propia historia, donde los sueños despertaban día a día, y cada aventura conducía a nuevas amistades y maravillosos recuerdos.

FIN.

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