La Cocina Mágica de Rebeca



En un pequeño y acogedor barrio de Buenos Aires, vivía Rebeca, una talentosa cocinera con una sonrisa siempre dispuesta a alegrar el día. Junto a su esposo Denis, un contador muy organizado, y su hija Fran, una niña curiosa y llena de creatividad, formaban una familia feliz y unida.

Un buen día, mientras Rebeca estaba preparando el almuerzo, se le ocurrió una idea brillante.

"¡Denis, Fran! ¿Qué les parece si hacemos un concurso de cocina en casa?" - propuso con entusiasmo.

"¿Un concurso?" - preguntó Denis, un poco escéptico. "¿Y quiénes van a ser los participantes?" -

"¡Nosotros! Todos a cocinar su mejor plato y luego lo degustaremos juntos. Esto no solo será divertido, ¡también podemos aprender unos de otros!" - exclamó Fran, llenando el ambiente de emoción.

Los tres se pusieron manos a la obra. Rebeca decidió preparar su famosa lasaña, Denis optó por un risotto cremoso, y Fran, con su creatividad al máximo, eligió hacer una pizza decorada con caras de animales.

Mientras cocinaban, el aroma de los distintos platillos llenaba la casa, pero no todo salió como esperaban. Denis, distraído con los números de su calculadora, se olvidó de controlar el fuego y su risotto se pegó al sartén.

"¡Oh no, mi risotto! ¿Qué voy a hacer?" - se lamentó Denis. "Estaba trabajando en la perfecta proporción de agua y arroz…" -

Rebeca hechó un vistazo a su plato y notó que la lasaña había quedado un poquito salada.

"A veces, las cosas no salen como uno espera, pero eso está bien, lo importante es seguir intentándolo" - le dijo a Denis mientras le daba un abrazo. - “Esto es solo una pequeña batalla en nuestra cocina. ¡Vamos a disfrutar lo que tenemos!" -

Fran, desde su rincón de cocina, miró a su papá con ojos brillantes. "¡Papi, podemos usar un poco de salsa para salvarlo! Todo se puede arreglar en la cocina, es como un arte. ¡Vamos a mezclarlo!" -

Así, con un poco de ingenio, Denis y Fran rescataron el risotto. Luego, llegó el momento de presentar sus platos en la mesa, cada uno con sus logros y sus pequeños errores.

"¡Aquí está la mía!" - dijo Fran al colocar la pizza, cubierta con bellos rostros de animales. "Es la mejor pizza del mundo. ¡Miren las caras!" -

"¡Es preciosa! Me encanta lo que hiciste, Fran." - le respondió Rebeca, admirando la creatividad de su hija.

Finalmente, llegó el momento de degustar.

"¡Aquí va la lasaña!" - anunció Rebeca. "Aunque tiene un toque salado, la preparé con cariño." -

"¡Y este es mi risotto rescatado!" - se animó Denis. "Mejor tarde que nunca, ¡a disfrutar!" -

Los tres probaron cada platillo y rieron juntos de los errores. Cada plato tenía algo único, como los mismos miembros de la familia.

"Creo que todos ganamos en este concurso de cocina. Al final, no se trata solo de ganar o perder, sino de disfrutar y aprender en el camino" - reflexionó Rebeca mientras todos llenaban sus tazas con jugo fresco.

Esa tarde, mientras comían y compartían historias alrededor de la mesa, Rebeca sintió que la cocina mágica no solo era el lugar donde creaba recetas, sino también donde creaban recuerdos invaluables juntos.

El concurso de cocina se convirtió en una tradición familiar que celebraban cada mes, aprendiendo y riendo juntos, mientras su hogar se llenaba de amor y creatividad.

Y así, Rebeca, Denis y Fran continuaron cocinando, no solo recetas, sino también la esencia de lo que significa ser una familia.

FIN.

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