La cocinera mágica


Fiorella era una niña muy especial. A ella le encantaba la comida, no solo por su sabor sino también por todo lo que podía aprender de los diferentes platos y ingredientes.

Además, tenía un don muy particular: podía hablar con la comida. Un día, mientras estaba en la cocina preparando unas galletas, Fiorella escuchó una voz extraña.

Era el azúcar que le hablaba:- Hola Fiorella, ¿cómo estás? La niña se sorprendió mucho al escuchar aquella voz dulce y amable. Pero rápidamente respondió:- ¡Hola azúcar! Estoy bien gracias ¿y tú? - Muy bien también -respondió el azúcar-. Quería decirte que me gusta mucho cómo cocinas. Siempre usas justa cantidad de mí en tus recetas.

Fiorella sonrió y agradeció al azúcar sus palabras. Desde ese día, Fiorella comenzó a conversar con todos los ingredientes que utilizaba en sus comidas: las verduras, las frutas, las carnes... Todos tenían algo interesante para contarle.

Pero un día ocurrió algo inesperado: Fiorella se enfermó gravemente y tuvo que ser hospitalizada. Allí conoció a Lucas, otro niño internado en el mismo hospital.

Lucas era muy triste y solitario porque había perdido su capacidad de hablar debido a una enfermedad rara llamada afasia. Pero cuando Fiorella llegó a su habitación con un plato de sopa caliente hecha especialmente para él, Lucas pudo sentir el amor y cuidado que había puesto en cada ingrediente.

A partir de ese momento, Fiorella visitaba a Lucas todos los días con diferentes comidas y juntos, aunque sin palabras, disfrutaban de cada bocado.

Fiorella se dio cuenta de que la comida no solo era una forma de aprender y compartir, sino también una herramienta para hacer felices a las personas. Finalmente, Fiorella se recuperó por completo y regresó a casa. Pero nunca olvidaría lo importante que era cuidar a los demás y cómo la comida podía ser un puente para conectar con ellos.

Desde entonces, Fiorella se convirtió en una defensora de la alimentación saludable y comenzó a enseñarles a otros niños cómo cocinar platos nutritivos y deliciosos.

Y así nació el club "Hermanas Comida Hermosas Felices", donde todos aprendían sobre cocina saludable mientras compartían momentos divertidos e inolvidables. Fiorella había descubierto su verdadera pasión: ayudar a los demás mediante la comida. Y eso le hacía sentir feliz y realizada cada día.

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