La comandante del ejército y el valiente escuadrón



En un pequeño y pintoresco pueblo, donde las montañas abrazaban el cielo y los ríos cantaban alegres, se encontraba un ejército muy peculiar. Su comandante, la Teniente Fernanda, era conocida en toda la región por ser muy estricta. A los soldados no les gustaba su manera de liderar, porque siempre ordenaba que todo se hiciera de forma rígida y sin lugar para la diversión. Sin embargo, la Teniente Fernanda tenía un secreto: en su interior, deseaba ser una líder querida y respetada.

Un día, después de una larga jornada de entrenamiento en el que les prohibió intentar hacer juegos, uno de los jóvenes soldados, el Soldado Pablo, se acercó a ella con valentía.

-Pablo: "Teniente, ¿podríamos hacer un juego de estrategia alguna vez?"

-Teniente Fernanda: "Eso es para niños, Pablo. Aquí venimos a ser un gran ejército, no a jugar."

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Pero Pablo no se dio por vencido. Se reunió con sus compañeros y decidieron hacer un plan. Sabían que necesitaban cambiar el aire de ese ejército tan serio. Pouparon una idea en la mente de cada uno: convencieron a su amigo Benjamín, un talentoso pintor, para que les ayudara a hacer un gran mural en la pared del cuartel. Queriendo hacer algo asombroso, comenzaron a pintar una mural con soldados y aventuras que se extendían a lo largo del muro.

Cuando la Teniente Fernanda salió de su oficina, se sorprendió al ver lo que ocurría.

-Teniente Fernanda: "¿Qué significa esto? ¡Esto no es un parque de diversiones!"

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Los soldados, asustados, se miraron entre sí, pero Pablo dio un paso adelante.

-Pablo: "Teniente, queríamos mostrarle que el trabajo en equipo puede ser divertido y creativo. Un ejército que se divierte es uno que también da lo mejor de sí."

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La Teniente, durante un momento, sintió que sus pensamientos se cuestionaban. Nunca había considerado que el juego podría tener un lugar en el ejército. Miró el mural y lo que sus soldados habían logrado juntos.

-Teniente Fernanda: "Pero, ¿cómo se puede ser efectivo si están jugando?"

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-Pablo: "¡Precisamente! El juego puede enseñarnos a trabajar en equipo, a resolver problemas juntos y a adaptarnos a los cambios. Ser un buen líder significa escuchar a su equipo y aprender de cada uno de nosotros."

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En ese mismo instante, ocurrió algo inesperado: un pequeño grupo de soldaditos de plástico que habían quedado en el rincón de su oficina cobraron vida, llevando a la Teniente y a los soldados a un fantástico viaje de aventura.

Los soldaditos les enseñaron lecciones sobre estrategia y la importancia de disfrutar el camino a la meta, de trabajar en equipo y de ser creativos. La Teniente veía cómo sus soldados se unían, se reían y, sobre todo, se ayudaban unos a otros.

Al volver a la realidad, la Teniente comprendió los valores que los soldaditos querían transmitirle. Ella miró a su escuadrón, lleno de energía y sonrisas. Entonces, decidió que sería un cambio en su estilo de liderazgo.

-Teniente Fernanda: "De ahora en adelante, tendremos días de juegos en el cuartel. Seremos un ejército fuerte y divertido. ¡Gracias, Pablo y equipos, por recordarme lo que significa ser un buen líder!"

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Los soldados aplaudieron y vitorearon con entusiasmo. Con el tiempo, descubrieron que eran más fuertes y efectivos juntos, y que la vida era mucho más bonita cuando también se podía disfrutar.

La Teniente Fernanda se transformó en una comandante querida y respetada, y aprendió que incluso los más estrictos pueden abrir su corazón y dejar entrar un poco de juego en sus vidas. Ella y su pueblo vivieron felices y prósperos, recordando siempre que el trabajo en equipo y la diversión van de la mano para alcanzar cualquier meta.

FIN.

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